Las diez y media de la noche en el Rubín, la sede la Policía Local de Oviedo. Los subinspectores Bernardo González y Jacobo Fernández dirigen una reunión en la que se marca cómo será el dispositivo especial de la noche, la primera de fin de semana en la que se deben aplicar las nuevas normas de cierre de los bares a las dos de la madrugada y de no servir en las barras pasadas las doce, además del uso obligatorio de la mascarilla en las terrazas de hostelería.

La noche de estreno de esta brigada antivirus se saldó con 25 denuncias por no utilizar la mascarilla, dos denuncias por incumplimiento de horarios en dos bares de la calle Carpio y la intervención en botellones en Colloto, Abuli y la plaza de la Noceda, así como en dos viviendas particulares en la Argañosa y La Florida. A eso se suma un detenido por una alcoholemia penal en la Tenderina y otro por desobediencia grave a la autoridad. Este último caminaba sin mascarilla por el Postigo y se negó a identificarse.

Todas las incidencias tuvieron lugar a altas horas de la madrugada. El principio de la noche fue tranquilo, aunque no por ello menos importante. Concienciación, divulgación e información sobre la normativa centraron las primeras horas.

LA NUEVA ESPAÑA acompañó a los agentes que durante la noche del viernes al sábado iniciaron la campaña de control de la nueva normativa. Además, la patrulla coincidió con el estreno de dos furgonetas de intervención rápida, dos Mercedes Vito perfectamente equipadas y que facilitan mucho la labor de los policías.

La vigilancia nocturna comienza en La Corredoria. Los agentes saben que un grupo de jóvenes organiza carreras ilegales en la zona. Suelen quedar en un aparcamiento del barrio y la intención es evitar que hagan de las suyas. Al llegar al aparcamiento no hay nadie. Esta noche parece que no hay carreras.

Empieza entonces el recorrido por las zonas más concurridas de la noche ovetense. La primera parada es en la plaza Porlier, con varias terrazas abarrotadas de público. El subinspector Bernardo González explica que lo importante es concienciar. "Si se aplica la cordura lograremos salvar la situación entre todos", subraya en el entorno de Porlier, donde la Policía ha hecho una parada para informar a los clientes de las terrazas del uso obligatorio de la mascarilla. El subinspector insiste en que "los ovetenses responden muy bien, entienden sus obligaciones como ciudadanos en una situación como ésta y recibimos una respuesta cálida".

Lo mismo ocurre en la siguiente parada: la discoteca Tribeca. Los agentes acceden al interior y comprueban que todo está correcto. Tan solo hay cinco personas sentadas en una mesa. "Lo tienen todo muy controlado, la pista de baile con mesas y la barra clausurada, solo nos queda felicitarles", dice Jacobo Fernández.

La Policía se mete en el meollo. El recorrido sigue por la plaza del Paraguas. Ningún problema y un aplauso colectivo, medio en broma, cuando las dos furgonetas abandonan la zona. En Gascona, con las terrazas llenas, hay quien se niega a ponerse la mascarilla argumentando que va a cenar, aunque aún no tiene comida en la mesa. Se lleva una propuesta de sanción de 100 euros. Pedro Caramés, presidente de los hosteleros del Bulevar de la Sidra, aprueba la presencia policial: "Con tal despliegue creí que había pasado algo, pero veo que solo es para informar y nos parece muy bien que nos apoyen en esa labor".

El recorrido de LA NUEVA ESPAÑA a bordo de las furgonetas de intervención acaba en Manuel Pedregal, en la ruta de los vinos. Los agentes informan y los clientes lo agradecen. La noche, en lo que cabe, ha sido tranquila.