La basílica de San Juan el Real le dio en la mañana de ayer el último adiós a Concepción Sanz Moliner, viuda del reconocido oftalmólogo Álvaro Fernández-Vega, fallecida el pasado martes, a los 92 años, en la casa familiar de Ceceda (Nava). La emotiva ceremonia fue oficiada por el párroco Javier Suárez y el misionero asturiano, y amigo de la familia, Kike Figaredo.

El sentimiento era unánime entre todos aquellos que la conocían y llenaban hasta el último asiento permitido de la basílica ovetense: "Desolación" por la pérdida de una mujer "excepcional". Un adjetivo que sus allegados extienden a todas las facetas de su vida, especialmente las de madre y abuela. La relación de Concepción Sanz con sus hijos y nietos ha sido, desde su fallecimiento el pasado martes, lo más señalado por sus allegados.

Sobre sus dieciséis nietos giró la parte más emotiva de la ceremonia, cuando Carlota Nicieza Fernández-Vega, en nombre de todos sus primos, le dedicó unas sentidas palabras a su abuela. Una lectura que transmitía un sentimiento de añoranza y tristeza "inevitables", pero también de felicidad y agradecimiento "por la familia" que sus abuelos habían construido. Además, los nietos recordaron anécdotas y frases de su abuela, los "chatina, ponme el fútbol", las comidas familiares y los "veranos en Ceceda". Recuerdos que le pusieron una sonrisa a un día de pérdida. El papel protagonista de los más jóvenes también se extendió al final de la ceremonia, cuando los varones cargaron el féretro hasta el coche fúnebre que esperaba rodeado de todos aquellos que se habían quedado fuera por el límite de aforo. A la salida del sepelio se congregaban miembros de la sociedad civil, políticos -como el exalcalde de Oviedo Gabino de Lorenzo-, miembros de la comunidad médica y representantes de la Fundación Princesa de Asturias, de la que Luis Fernández-Vega, sobrino de la fallecida, es presidente desde el año 2018.

Conchita, como la conocían los amigos y familiares que se acercaron al funeral, era unánimente definida como una persona "amable, cariñosa y atenta con aquellos a los que quería". Palabras que se repetían a la puerta de la basílica de San Juan, al finalizar la ceremonia. Concepción Sanz Moliner era la última de la tercera generación que dirigió el Instituto oftalmológico Fernández-Vega, una institución nacida en el año 1886 en Oviedo, una ciudad que ayer estaba de luto por su pérdida.