Las dos bandas que tocaron ayer en el escenario de la plaza de la Catedral poniendo fin al ciclo "Enclave pop" son de las que golpean duro. "Peralta" y "The Electric Buffalo" no se andan con bromas en sus conciertos. Con estilos diferentes pero con un objetivo común, hacer bailar y sudar. Ayer no se podía bailar y al caer la noche la temperatura también de desplomó. Así que los chicos se portaron bien. Saben que si estos músicos empiezan a darle fuerte, el rock vuelve a su esencia, al golpe en el estómago y al baile espasmódico. No era el momento ni el lugar, así que despacharon una sesión de rock más atemperado, que no quiere decir que de menor calidad.

Unos y otros son veteranos de la escena. Los músicos de las dos formaciones se han recorrido Asturias y España con distintos grupos durante las últimas décadas y saben lo que hay que hacer en cada momento. Ayer tocaba "ir de tranqui", de deleitarse con las melodías, de escuchar las notas, de disfrutar de las canciones, y así lo hizo el público. Esto de la pandemia ofrece la posibilidad de detenerse y fijarse en cómo toca la guitarra Marcos Montoto ("Peralta") o cómo acarician la batería las baquetas de Wilón de Calle ("The Electric Buffalo"). Pocas ocasiones hay para poder sentarse tranquilamente a disfrutar de dos bandas de rock como las que ayer estuvieron en la Catedral.

Cierto que se controlaron y eligieron lo más calmado de sus repertorios, pero, claro, no lo pueden evitar y poco a poco se fueron viniendo arriba para dejar claro que son bandas de rock y que para ellos, como dijo Pibli, "ni covid ni nada".

Ayer fueron buenos, pero, un consejo, si "cuando pase todo esto" ven un cartel anunciando un concierto de cualquiera de los dos, no lo duden.