No hubo trampa ni cartón. Cuando un cantante dice que se emociona en el escenario lo hace muchas veces como recurso para quedar bien, pero hay otras que eso es una realidad muy palpable. Fue lo que ocurrió ayer en la sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe. La soprano Beatriz Díaz y la mezzosoprano María José Suárez rieron, lloraron y se emocionaron en el escenario. Casi no sería arriesgado decir que más que el público, y eso es mucho porque hubo momentos de quedarse sin respiración encajado a la butaca y otros en los que las lágrimas querían saltar de los ojos a las mascarillas.

También hubo risas. Muchas, porque las dos mujeres y el pianista que las acompañó, Marcos Suárez, son personas divertidas.

Ya nada más salir al escenario las dos cantantes recibieron una gran ovación del público. Las dos tomaron aire visiblemente emocionadas y devolvieron los aplausos. Era su forma de agradecer a los que allí estaban que les hayan guardado ausencia y que después de siete meses vuelvan a sentarse en el patio de butacas.

"Me toca romper este largo silencio", dijo Beatriz Díaz, y lo rompió con Puccini, su compositor fetiche. María José Suárez tomó el relevo con una canción gitana que dice "Cuando mi abuela me enseñaba a cantar, lloraba". "Yo ahora enseño a cantar a los niños y lloro", confesó.

Fue una noche de estrenos. Las dos regresaban al escenario y las dos se arrancaron con cosas que no habían hecho nunca antes. Beatriz Díaz impresionó con su interpretación en checo, "algo que nunca puede preparar y a lo que le pude dedicar tiempo en el confinamiento" y con su primer lied alemán, dedicado a las víctimas de la pandemia y a su amiga Pepa Ojanguren. La introducción de ese bloque homenaje la intentó hacer María José Suárez, pero si tenía previsto decir algo más no pudo hacerlo, se tuvo que retirar llorando al recordar a su querida Pepa. Regresó para interpretar "El árbol del olvido", de Alberto Ginasterra.

Ellas querían alegría y querían arriesgar y así lo hicieron en el bloque dedicado a la lírica asturiana. Díaz reivindicó, como siempre que tiene ocasión, esas composiciones, y María José Suárez se arrancó con una canción "que no sé cantar". Como decía que no sabía, el público le ayudó y salió un "Chalaneru" de los que emocionan. "Es que lo bordan Anabel Santiago o Chus Pedro, yo no sé hacerlo, pero lo voy a intentar", dijo antes de comenzar. Al final apretó los puños y musitó: "Lo conseguí, lo conseguí". Y tanto que lo había conseguido.

Las cantantes no cesaron de aplaudir y lanzar besos al público por acompañarlas. También hubo agradecimientos para José Luis Costillas y Covadonga Díaz, concejales de Cultura y de Festejos, y otro para la pianista, y ahora también edil, Yolanda Vidal. Emoción a flor de piel en la vuelta a los escenarios de dos grandes de la lírica asturiana.