Cuando los dos diáconos vestidos de blanco destapan la tela roja que cubre el Santo Sudario, uno de los tres días al año que sale de la Cámara Santa, por el rostro de la asturiana Maite Capín surcan lágrimas de emoción. "Tengo la pelos como escarpias y la carne de gallina", reconoce. Su ilusión es doble: por la reliquia y por lo que la recubre; creado por ella misma durante el confinamiento, tras muchas horas de estudio, ayudada por Natalia Almendralejo - restauradora de San Salvador -y buscando que "no desentonase" con el interior del templo, un manto basado en un diseño italiano de la Virgen, de terciopelo rojo por las dos caras y pliegues que se amoldan con naturalidad al soporte del Santo Sudario. La Catedral, que estaba llena, estrenó ayer traje por el Jubileo de la Santa Cruz.

Según explica el deán, Benito Gallego, una vez que al Santo Sudario le llegó su nuevo marco, allá en 2014, hizo falta un lugar donde exponerlo porque pesaba más de 20 kilos y podía dañar el presbiterio. Encargaron un soporte que iban adornando "como podían", pero la necesidad de tener un manto específico se les hizo evidente. Natalia Almendralejo contactó con Maite Capín, que habían trabajado juntas en series de televisión -Capín fue la única figurante asturiana de Juego de Tronos- que le puso mucha "ilusión, cariño y alegría".

La emoción al ver el Santo Sudario no fue solo en la diseñadora, sino en todos los feligreses, que progresivamente se iban acercando a la reliquia. Hubo incluso algunos que se arrodillaron delante, mostrando su devoción. La ilusión era tal que, a ratos, los fieles se olvidaron de las medidas de seguridad. Entonces, con voz calmada, don Benito y el resto de religiosos presentes recordaban: "Procuremos respetar la distancia de seguridad y estar solo un 'momentín' para poder disfrutarla todos".

El covid también fue protagonista en otras partes de la ceremonia. Por un lado, en el discurso del párroco de San Félix de Lugones, Joaquín Serrano, que ofició la misa. Y también en la eucaristía; con las medidas de seguridad, la hostia se reparte preferentemente en la mano para evitar el contacto con la saliva. Hubo quienes lo consideraron una "falta de respeto", y se les hizo esperar hasta el final para dársela directamente a la boca. No obstante, los sacerdotes se desinfectaron las manos antes y después del reparto y prefieren cumplir la recomendación porque "la hostia en la mano no pierde pureza".

El Jubileo durará ocho días y finalizará el día 21 con San Mateo. Durante todos ellos, se podrá acudir a misa a diario, para la consecución de la indulgencia plenaria. Y en el último se podrá volver a ver el Santo Sudario, encima del manto rojo y aterciopelado de Capín.