Chicos buenos, sentados, responsables, manteniendo la distancia de seguridad. Así se presentó ayer "Izal" en el auditorio Príncipe Felipe en el que era uno de los conciertos más esperados de las fiestas, o lo que sea, de San Mateo. Las entradas se habían vendido en apenas 15 minutos.

Antes del bicho, "Izal" estaba arriba, muy arriba, ofreciendo conciertos para decenas de miles de personas. El parón los ha vuelto a poner en el salón de casa. A acolchar el suelo con alfombras para amortiguar el ruido y a repasar su trayectoria. Lejos de la vorágine de los megamontajes con vestuario, luces, proyecciones y miles de vatios, el concierto de ayer fue como si cinco chavales se sentasen en el sofá con sus instrumentos a tocar lo que les apetezca.

Abrieron con "Despedida", una canción de hace siete años, de aquel 2013 en el que lanzaron "Agujeros de gusano". Mikel Izal pidió al público que abandonase un poco el miedo antes de enlazar con "Pánico, práctico", del mismo disco. Avanzaron un par de años, hasta 2015 para lanzar su "Pequeña gran revolución" y explicar que "esta pequeña gira nos está dando grandes alegrías". Y al público también, porque disfruta de canciones que normalmente se quedan fuera del set list de los grandes conciertos y porque en los grandes conciertos se enmascara todo mucho más. Es el ejemplo de las dos siguientes, "La piedra invisible" y "Arte moderno". Mikel jugó con su voz, esa voz tan peculiar, haciendo un poco el tonto y tirando hacia el flamenquito. Divirtió, el público se rio y él también disfrutó de esos momentos de improvisación. Ya puestos a ese "Arte moderno" le hubiese venido genial un cajón con las manos de Alejandro Jordá, que, con "Los seres que me llenan", dejó patente, más si cabe, el peso que tiene su batería en las canciones del grupo.

Llegó entonces la poética "Agujeros de gusano" y Mikel explicó que la canción la compuso en Aranda de Duero "y está dedicada a una persona a la que quise muchísimo y a la que ahora quiero de otra forma, que también es muy bonito". Gato, al bajo, hizo una bonita transición hacia "Tu continente", después de la que el cantante volvió a esa intimidad. "Pensemos que afuera llueve a saco, aquí todos juntos calentitos y a oscuras". No llovía, pero a él le gustaba pensar que era así. Contó también cómo con 250 euros grabaron el videoclip de "Qué bien" y 8 años después tiene 13 millones de visualizaciones, "la ratio de euro por visualización es acojonante".

No faltaron "Santa paz", "El pozo", "Magia y efectos especiales", "Palos de ciego" ni el cierre con "La mujer de verde".

Mikel confesó que la mayor sudada en el escenario la pilló en Oviedo, en la Antigua Estación, en un concierto organizado por La Radio de Cristal. Y lo dijo, "tengo ganas de bailar". Ayer lo hizo sentado, como todos.