El coordinador del Centro de Salud Mental del Naranco, Juan Carlos Ortigosa Digón, ha fallecido a los 62 años. El psiquiatra llevaba desde el sábado sin dar señales de vida en el trabajo y sin comunicarse con sus familiares y amigos, que dieron la voz de alarma a las fuerzas de seguridad hasta que finalmente lo encontraron ayer desplomado en el suelo del cuarto de baño de su domicilio ovetense. Todo parece indicar que la muerte ocurrió por causas naturales y no se descarta que llevase varios días fallecido.

Natural de Bilbao, era soltero y vivía solo, pero tenía un amplio círculo de amistades y era muy apreciado en su trabajo. De hecho, los representantes del mundo de la psiquiatría coinciden en definirle como una buena persona, muy capaz y tremendamente culto. "Es una pérdida enorme a todos los niveles, el profesional y el humano. Es un palo muy gordo", lamentó ayer Julio Bobes, jefe del servicio de Psiquiatría del área sanitaria de Oviedo, horas después de conocer el fallecimiento de su colega Ortigosa. Ambos trabajaban juntos, en la misma ciudad, desde hace casi quince años, y se profesaban admiración mutua. "Era un profesional único, ajeno a los convencionalismos. Resolutivo, echado "p'alante" y con una gran capacidad para disfrutar de la vida. Muy amigo de sus amigos", explicó Bobes antes de subrayar que su compañero fallecido era un estupendo psicoterapeuta "antes que un psicofarmacólogo". Es decir, era "un reforzador permanente" en la consulta con los pacientes, dotado de mucha empatía y don de gentes.

Su capacidad para conectar con el otro era más que evidente dentro y fuera del centro sanitario. Así, Bobes destacó que "todos los colegas de profesión y amigos querían sentarse junto a él en las cenas porque era muy simpático y tenía una conversación sensacional. Sabía de todo y no de oídas precisamente, sino con fundamento. Era una delicia escucharle".

En la misma línea, el psiquiatra Manuel Bousoño, afirmó ayer que "era fácil mondarse de risa a su lado y a la vez aprender de cine y de teatro". Los dos tenían pacientes comunes, Ortigosa en la sanidad pública y Bousoño en la privada. "Era un excelente psiquiatra. Muy valorado dentro y fuera de Asturias. Iba a multitud de reuniones y congresos porque le gustaba aprender o dar ponencias y era invitado con frecuencia por su vasta trayectoria y conocimientos", comentó Bousoño de su amigo, del que además destacó su sorna e ironía de sello asturiano, aunque "curiosamente no era asturiano, sino del País Vasco".

Ortigosa tenía una salud frágil. Según sus compañeros era una persona delicada que había tenido algún que otro achaque. "Sus compañeros estamos petrificados. Era una gran persona, un hombre muy apreciado por todos los que le conocíamos", declaró también a este periódico la psiquiatra y catedrática Pilar Saiz. Otro de sus colegas, Ángel García Prieto, destacó su buen hacer profesional y su calidad humana: "Además de una simpatía muy singular, era amable, buen colega, entregado a la profesión y con opiniones y actuaciones psiquiátricas certeras. Lamento mucho que haya fallecido".

El funeral por Juan Carlos Ortigosa Digón se celebra hoy a las 18.00 horas en la iglesia de los Padres Carmelitas (calle Santa Susana) y a continuación su familia (sus cuatro hermanos, Roberto, Iñaki, Eduardo y Ana) llevarán los restos mortales a su lugar de origen, en el País Vasco.