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El "hat-trick" de Pavarotti en el Campoamor

La ópera ya marcaba la agenda: celebraba bodas de plata y traía a los mejores desde Italia

Luciano Pavarotti, durante los ensayos en el teatro Campoamor, con Mirella Freni en aquel mes de septiembre de 1972. LNE

Fútbol y ópera. La temporada del 72 en Oviedo fue la del cuarto ascenso a Primera División del Real Oviedo y la del regreso al teatro de la ciudad, dos años después de su debut, de una de las jóvenes estrellas del bel canto, Luciano Pavarotti. La sociedad ovetense era de festejos, pero también de galas. El Campoamor y su temporada seguían durante las fiestas de San Mateo ofreciendo un desfile muy distinto al de las carrozas. Pasarela de figurines a la puerta de la ópera, que entonces financiaba la Embajada de Italia en Madrid y traía a tenores como el joven Pavarotti.

Aquel septiembre de 1972 abrió la temporada con "La figlia del Reggimento", siguió con "Lucia di Lammermoor" y remató con una "Bohème" que quedó en el recuerdo de los aficionados.

Las pasiones líricas iban a la zaga de las deportivas, y la crítica de aquella actuación se puede leer, hoy, con voz de radiocadena dominical: "También Pavarotti se ha lucido como se esperaba a partir de 'Chegelida manila...' un poco sonora al comienzo, con expresión sentida, mejorando mucho en 'Chi son...' con variado poder en 'In povertá...' superior en 'Talor...', bien graduado diminuendo desde 'Or che mi...' hasta el final, que fue objeto de muy calurosos aplausos. [...] Expresivo y sin gran compromiso en el acto final pero con lo ya hecho bastó para que Pavarotti se apuntase muy notable éxito que pudo haber sido mayor si el ánimo del público no hubiese cambiado entretanto".

Semana y media antes, el 15 de septiembre, la ópera ovetense había comenzado celebrando las bodas de plata de su temporada más reciente. Desde las páginas de LA NUEVA ESPAÑA, y por mediación del añorado Jaime Álvarez-Buylla, otro de los grandes del arte operístico, Lauri Volpi, rememoraba aquel año su éxito en el Campoamor en el ya lejano 1921. Y escribía: "Oviedo, cada año, celebra su ahora famosa temporada de ópera, sin demorar gastos y sacrificios. El materialismo y hedonismo de nuestro tiempo no les impide disfrutar el gozo del espíritu armonioso, que contrasta con la orgía bárbara de la llamada 'música ligera', que nace de las pasiones de la más baja naturaleza humana". ¡Oh tiempos, etcétera!

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