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Veguín pierde el Ortea

El restaurante, abierto por un indiano, cierra sus puertas tres años antes de cumplir un siglo de historia gastronómica y social

Su abuelo José Ortea Álvarez.

Ángel Rodríguez Ortea no cumplirá su sueño de ver cómo el restaurante que su abuelo fundó en Tudela Veguín cumple un siglo de vida. El local cerrará mañana después de 97 años dando de comer y de beber a los vecinos y visitantes. Ángel se jubila y con mucha pena echa el cierre al negocio que fundó su abuelo y que luego regentó su madre. "No hay sucesión", lamenta el hombre, que lleva al frente del local desde 1981 y que ha decidido que ha llegado el momento de dejarlo. La explicación es simple. "En los años 50 aquí había 3.500 habitantes, ahora somos 600 y bajando", resume.

La historia del negocio está ligada a la emigración. José Ortea Álvarez, el abuelo de Ángel, emigró a California a hacer fortuna. Y lo logró. En 1918 regresó a su tierra a buscar a su esposa e hijo con la intención de disfrutar juntos del sueño americano al otro lado del Atlántico. Cuando llegó a Asturias le comunicaron que su madre estaba enferma, así que se quedó en Veguín, "y gastó aquí lo que iba a gastar en California", relata ahora su nieto. Los dólares americanos se multiplicaron en pesetas y se convirtieron en un bar, un salón de baile y una tienda de ultramarinos. Algo nunca visto en la época en una localidad como Tudela Veguín.

La cementera de los Masaveu, las minas, una serrería industrial, un calero y varias empresas más ayudaron a que el negocio del abuelo fuera todo un éxito.

Cuando el abuelo lo dejó, le llegó el turno a su hija Asunción, más conocida como Maruja la de Ortea, la madre de Ángel, que desde crío echó una mano en el negocio, hasta que se puso al frente hace 39 años.

No quería cerrar pero ya ha cumplido la edad de jubilación y le ha tocado una difícil decisión. "Mi intención era seguir hasta 2023 y celebrar el centenario del local, pero no puede ser", explica, y añade: "Pero no marcho con alegría".

Ángel y su esposa habían dado un nuevo impulso al restaurante tirando de cocina tradicional, fabada, pote de castañas, cebollas rellenas, algo que les convirtió en un referente, hasta el punto de que decidieron abrir un nuevo restaurante en Oviedo con la misma carta, La Ayalga, en la calle del Peso. Eso sí, aunque cierre sus puertas, Ángel ha decidido que el Ortea se queda como está, "una especie de museo", y no le importaría que alguien lo utilizase como sede de una peña gastronómica. "Es mi vida, mi casa, mis recuerdos, vivo allí", dice. "Esto no es como quien tiene un bajo comercial y lo traspasa". Esos recuerdos de los que habla son los de todo Veguín. Los de aquel salón de baile decorado por Tino Casal, que vivía frente al bar y era amigo de la infancia de Ángel. Casal tocó allí con los "Zafiros Negros" y era cliente habitual.

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