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El tesoro sonoro de Oviedo

El archivo musical de la Catedral guarda piezas de gran valor que los expertos ven a la altura de Bach o Händel y pretenden recuperar

Un concierto de "Forma Antiqva" en la Catedral con obras propias del templo.

Todos los alcaldes y concejales de Cultura que en Oviedo han sido se han jactado de que la capital del Principado es también una de las capitales de la música clásica. Conciertos del Auditorio, Jornadas de Piano, Temporada de Ópera, dos sinfónicas con sede en la ciudad y un público que, por lo general, agota las entradas de todos los conciertos y representaciones. No hay munícipe que no haga suya la bandera de la melomanía ovetense y la enarbole como si fuese él quien lidera la batalla.

Una afirmación común entre esos líderes políticos es que la clásica está en el ADN de la ciudad. Y así es, pero para que así sea "fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo". El poema de Ángel González, que ejerció la crítica musical en la prensa regional, encaja. Poniéndose tremendista, serviría para rubricar que esos conciertos repletos de público en Oviedo son "el éxito de todos los fracasos".

Ese ancho espacio y largo tiempo podría bien circunscribirse a la Catedral de Oviedo y remontarse varios siglos atrás. La metropolitana ovetense fue el templo de la música y allí se atesoran cientos de partituras que sí que marcaron el ADN de la ciudad. Hace ya siglos que los ovetenses llenaban un recinto, en este caso la Catedral, para escuchar música. "Si aquí (en Oviedo) nos gusta la música es porque hay una tradición de siglos", sentencia María Sanhuesa, catedrática de Musicología de la Universidad de Oviedo que lleva décadas trabajando con el archivo musical de la Catedral y que está empeñada en secuenciar ese ADN musical ovetense.

Aarón Zapico, director de "Forma Antiqva", formación de música barroca con una gran proyección internacional, lanzó esta semana el guante desde el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. "La música del archivo de la Catedral de Oviedo es de caer para atrás", dijo antes de mostrar su entusiasta disposición a grabar parte de esas partituras. En concreto, las que corresponden a su ámbito de trabajo, el siglo XVIII.

El padre de la musicología en España, el profesor Emilio Casares, entró por primera vez en el archivo de la Catedral en 1974 en busca de esas partituras centenarias. Se quedó impresionado por dos cosas. Por el deterioro, el olvido, y por la calidad de lo que allí había. Encontró "auténticas maravillas para solistas, para coro, unos villancicos formidables...". Casares estudió y catalogó lo que los medios del momento le permitieron. Y fue mucho, hasta darse cuenta de que "la música de la Catedral de Oviedo está a la altura de lo que se estaba haciendo en Europa, de lo que estaban componiendo Bach o Händel". La explicación es que el templo ovetense estaba en el rango de las catedrales "significativas", algo así como de segunda categoría, "pero también había tercera y cuarta", apostilla el profesor Casares. Eso suponía que tenía una importante potencia económica y eso implicaba más o menos calidad en la música. La Catedral de Oviedo tenía su propia orquesta. "No entendida como las sinfónicas de ahora, sino una orquesta de alrededor de una docena de personas", matiza María Sanhuesa. Y también había coro y solistas, "una inversión realmente increíble", añade Casares.

Pero la figura clave era el "maestro de capilla", algo así como el director musical de todo aquello. Oviedo era una plaza importante para estos profesionales. Una catedral con prestigio y en la que, según ha podido saber Sanhuesa tras años de investigaciones, "se pagaba muy bien".

El maestro de capilla entraba en la Catedral de Oviedo tras una dura oposición. Venían de toda España. Una vez instalado, no solo se ocupaba de dirigir a músicos y coro, sino que "por contrato tenía la obligación de componer", explica Casares.

Sanhuesa añade que en esas composiciones, normalmente para los días más señalados en el calendario festivo, "los maestros de capilla volcaban toda la modernidad". Esos profesionales manejaban perfectamente dos registros, la polifonía estricta propia de las composiciones litúrgicas y las nuevas corrientes musicales que recorrían Europa. Sanhuesa es muy gráfica: "Oviedo consumía muchísima música y eso era como ir al cine, los maestros de capilla tenían que renovarse y estrenar obras".

En la Catedral se conservan muchas de esas piezas, principalmente del XVIII, aunque también hay algún documento anterior. Sanhuesa dice que una de sus grandes deudas pendientes es catalogar todo lo que se encuentra en el archivo. Ha hecho mucho, ampliando la catalogación que Casares hizo a caballo de las décadas de los setenta y los ochenta del siglo pasado. La profesora ovetense conoce bien esos fondos musicales con un repertorio que abarca compositores muy variados desde el siglo XVI y destaca que se ha conservado tanto el libro de facistol (atril grande de las iglesias donde se ponen los libros de canto o lecturas litúrgicas) como en partituras y partes sueltas o música "a papeles". En esa "música a papeles" está buena parte de lo importante. Son fragmentos de partituras. Había un borrador completo de la obra, el del maestro de capilla, pero cada músico o cantor tenía una partitura con su parte. Con esos papeles se han podido reconstruir obras completas.

En el archivo de la Catedral se conserva un repertorio de "música a papeles" que se remonta a finales del siglo XVII, "pero sobre todo se conservan piezas del periodo más esplendoroso de la capilla, del siglo XVIII en adelante". Precisamente lo que quiere y sin duda puede, por calidad y experiencia, grabar "Forma Antiqva".

Casares, Sanhuesa y Zapico conocen bien lo que hay en ese archivo. Saben de su calidad y su importancia. Lo que esas partituras han supuesto durante siglos para Oviedo. Y lamentan que solo se quede en eso, en partituras archivadas. "Es como si no excavásemos la fuente de Foncalada", resume Zapico en alusión al monumento civil en uso continuado más antiguo de España y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998.

"Grabar esa música no sería especialmente caro", apunta Zapico. Y supondría "poner a Oviedo en el lugar que se merece en la historia de la música", remarca. El director de "Forma Antiqva" lo plantea como un proyecto a medio y largo plazo, con cuatro o cinco discos, en el que deberían implicarse las administraciones local y regional. Es patrimonio de Oviedo, de Asturias y de la Humanidad. Se demostró en 2012, cuando los Zapico, acompañados por la soprano María Espada y con la inestimable colaboración de María Sanhuesa, ofrecieron dos conciertos con parte de ese repertorio. Fue el recordado "Sancta Ovetensis. Esplendor musical en la Catedral de Oviedo", con obras de Joaquín Lázaro, maestro de capilla de la catedral ovetense en el siglo XVIII. En aquel concierto "no cabía un alfiler", recuerda Sanhuesa. Tanto este recital como las tareas de los investigadores durante las últimas décadas fijan la postura de la Catedral, que siempre ha dado facilidades para estas cuestiones. Con su apoyo se recuperaron parte de las obras de Joaquín Lázaro. Esas partituras ya están editadas y ya se han interpretado. Un buen comienzo para secuenciar ese ADN musical de Oviedo.

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