Oviedo perdió ayer a Alfonso Rojo García-Conde, vecino muy conocido de la ciudad, ingeniero industrial, profesor de la Escuela de Minas y tercera generación de la cadena textil Rojo Cortés, empresa familiar que presidió durante parte de su vida laboral.

El inicio de su trayectoria no está, sin embargo, vinculado al negocio de mayoristas textiles fundado por su abuelo. Alfonso Rojo era doctor ingeniero industrial y como tal sus inicios profesionales fueron en la antigua Ensidesa. Pasados los años, las obligaciones de la empresa familiar le hicieron abandonar la gran industria para dedicarse a Rojo Cortés S. A.

Como presidente del negocio textil, siempre aplaudió el espíritu de los comerciantes que, como su abuelo, habían levantado aquellas aventuras empresariales a base de esfuerzo y mucho trabajo. En una conversación con LA NUEVA ESPAÑA siendo presidente de Rojo Cortés, explicaba su visión de aquellos pioneros empresariales. "En aquella época", contaba, "se trabajaba como se hacía en Cuba. Es decir, se vivía en el comercio. Se vivía materialmente, quiero decir. Se dormía en el mismo local. Pepín Fernández, el que fundó Galerías Preciados, me contaba que él dormía en las estanterías de los almacenes en los que trabajaba en Cuba. La misma palabra lo dice: eran dependientes porque dependían totalmente del negocio. Durante aquellos primeros años, los empleados no cobraban directamente el sueldo si no que se lo ingresaban en el banco y lo ahorraban casi todo. Tengo que decir que, fundamentalmente, el secreto del éxito de estos comerciantes, como mi abuelo y otros que emigraron a Cuba, consistió en trabajar muchísimo".

Alfonso Rojo también pudo compatibilizar el mundo empresarial con el universitario, y durante esos años ejerció también la docencia en la Escuela de Minas de Oviedo, donde tenía grandes amigos como su añorado Carlos Conde.

Enamorado de su ciudad y de su familia, era también un gran aficionado a la colombofilia. Alfonso Rojo, fallecido con 85 años, deja mujer y cuatro hijos. La capilla ardiente ha quedado instalada en los Arenales. En la intimidad familiar, habrá una celebración de la palabra y recibirá sepultura en el Palacio de Meres.