La fórmula recuerda a la que implantaron muchas empresas durante el confinamiento: una semana en el centro y otra “teletrabajando”, desde la casa de cada uno. Solo que en este caso los que alternan entre la presencialidad y la virtualidad no son empleados, sino alumnos. Es el modelo semipresencial implantado con éxito en el colegio Santo Domingo de Guzmán, donde han logrado que todos los profesores y los alumnos de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) se adapten en tiempo récord a un sistema que refuerza la seguridad de la comunidad educativa sin renunciar a la necesaria continuidad en la formación de niños y jóvenes.

“No tenemos absentismo. No hemos experimentado esta picaresca, aunque lógicamente hay un control importante sobre los alumnos”, explica Sara Bárcena, directora del centro. El sistema, en todo caso, nace de una necesidad: la de dar una solución para que los 229 alumnos de ESO que el centro tiene matriculados este curso pudiesen seguir las clases manteniendo la preceptiva distancia de seguridad, y cumpliendo todas las demás restricciones impulsadas para frenar la expansión del covid-19.

Para poder implantar el sistema, relata, la Fundación Educativa Santo Domingo hizo un esfuerzo económico para adaptar las aulas, instalando una cámara desde la que los alumnos que están en sus casas pueden seguir las clases en tiempo real. En paralelo, los profesores del centro tuvieron que adaptarse a este nuevo modo de dar clases, adquiriendo nuevas aptitudes digitales y siendo conscientes de cuál es el espacio que entra dentro del rango de la cámara, cuáles son los límites del plano.

El reto para el docente es importante. “La presencialidad es fundamental. Pero es importante traspasar el frío de la pantalla, que los alumnos que están en casa no se desconecten de las clases”, explica Bárcena. Para lograrlo, cuentan con las posibilidades técnicas que dan las nuevas tecnologías y con la implicación de la comunidad educativa. “La plataforma permite una inmediatez increíble”, sostiene Bárcena, que incide en que la implicación de profesores y alumnos y la posibilidad de mantener esa cadencia entre las clases presenciales y las que se siguen vía streaming facilitan que el curso discurra a un ritmo adecuado.

El servicio de desayuno del centro se mantiene, facilitando a las familias menos favorecidas alimentos saludables para llevar a sus casas

Dentro de este esfuerzo por adaptarse a las restricciones impuestas por el covid-19, el colegio Santo Domingo de Guzmán también explora vías para retomar uno de sus programas más apreciados por la comunidad educativa: el servicio de desayuno. Ante la imposibilidad de desarrollar esta actividad de forma presencial en el centro, desde la dirección se trabaja en una alternativa para poder llevar esos mismos desayunos a casa. El planteamiento es el mismo: que la comunidad educativa vele por las familias menos favorecidas, y por tanto más expuestas a los estragos de la pandemia, facilitándoles la recogida de alimentos saludables para que los niños puedan desayunar. “Esta iniciativa no puede morir, y menos ahora, que realmente hace falta”, sostiene Bárcena. Para reactivarla cuenta con la implicación de una comunidad educativa que, asegura, “siempre responde”.