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La selva se hace fuerte en el viejo HUCA

Sin avances en el plan para la gran parcela del Cristo y sin usos provisionales para el solar, el antiguo hospital languidece abandonado a su suerte y cada vez más degradado

Así está el viejo HUCA tras seis años de abandono

Así está el viejo HUCA tras seis años de abandono Amor Domínguez

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Así está el viejo HUCA tras seis años de abandono Chus Neira

Avanza el mediodía y el veranillo de noviembre ha arrastrado a cuatro vecinos del Cristo hasta los bancos con jaima del descampado bien atendido que hoy es el parque del Truébano. Disfrutan animosos de la tertulia y el buen tiempo en la única zona parcialmente rehabilitada de lo que fue el viejo Hospital Universitario Central de Asturias hasta el 2014, pero si levantan la vista y se les pide un balance sobre el estado de los terrenos y sus perspectivas, el resultado es demoledor: “Si metieran un tractor a plantar fabes en mayo, mejor sería”.

Hace cuatro años, cuando el viejo HUCA y su entorno llevaba ya dos abandonado a su suerte, el gobierno local impulsó junto al Principado un plan de participación ciudadana para ayudar a definir no ya su futuro a largo plazo, sino aquello que se dio en llamar el “mientras tanto”. El resultado fue un catálogo de usos temporales que servirían para frenar la degradación urbana de una parcela tan grande (224.000 metros cuadrados) en el corazón oeste de la ciudad. Hoy, aprobado ya el proyecto que servirá para diseñar la regeneración urbana de la zona, pero retrasado su desarrollo desde hace tres años, solo el Truébano ofrece algo parecido a un uso temporal. El Principado ha puesto unos columpios, unos bancos, unos toldos, dos porterías mínimas y una especie de graderío en la gran extensión de prao que ocasionalmente los chavales utilizan para montar algún botellón los fines de semana. Del resto de las posibilidades para frenar la degradación del conjunto hospitalario en tanto los planes urbanísticos no echaban a rodar, se sabe poco.

Los vecinos que acostumbran a juntarse en el Truébano llevan todos estos años oyendo hablar de un centro social. El anterior equipo de gobierno se lo prometió varias veces. Luego Canteli llegó a anunciar que tenía ya un local mirado. “Yo no lo voy a ver”, zanja José Ángel, uno de los contertulios. “Como nos dijeron la última vez, todo eso lo harán cuando haya dinero... Y cada vez hay menos y más ladrones”.

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La selva se hace fuerte en el viejo HUCA tras seis años de abandono IRMA COLLÍN

Su pesimismo sobre las posibilidades de ver recuperados los terrenos del viejo hospital se acrecienta al ver el contraste entre los deseos de la administración, que esta misma semana anunciaba el regreso de las reuniones con los ganadores del proyecto para la aprobación del plan inicial, y la realidad que se vive en esas calles y edificios tomados por la maleza. Sin ir más lejos, cuentan, la semana pasada metieron las máquinas para desbrozar el camino más frecuentado, el que atraviesa el viejo HUCA, pasando por delante del edificio del hospital y sale a Julián Clavería, frente a la facultad de Medicina. Es el más empleado por los estudiantes del campus del Cristo. Las vías peatonales, en las que hasta se llegó a pintar un carril-bici, estaban completamente tomadas por la vegetación. Lo llamativo es que ni el desbroce se ejecutó de forma ordenada. “No pusieron figura, hicieron como el jabalí, lo dejaron todo que no sé qué pasó con la máquina... A medias”. Cierto, las calles están ahora expeditas solo en determinados tramos y repletas de rastrojos a ambos lados.

Si uno se aleja de ese “itinerario” principal, las calles del hospital desaparecen engullidas por la maleza a los pocos metros. En las escaleras del edificio hospitalario crecen árboles y el camino que conducía a la vieja morgue se parece más a una pista forestal por la que uno espera aparecer en La Manjoya o la cara sur del Naranco. La poca vida que le queda al recinto menguó además la semana pasada con el regreso de 150 funcionarios de Educación a sus oficinas de la Plaza de España, una vez finalizadas las obras que habían llevado a alojarlos transitoriamente en el antiguo edificio de Consultas Externas.

En el viejo HUCA solo sigue abierto el Centro de Sangre y Tejidos del Principado de Asturias, con el autobús para donar sangre aparcado en la puerta, el servicio de Lavandería y el local que utiliza Cruz Roja, en los bajos de la antiguo capilla, para su servicio de reparto de alimentos. Sus usuarios, atravesando del recinto hospitalario con bolsas y carritos, son parte de esa pequeña población flotante que entra y sale diariamente de la selva urbana en que se ha convertido el viejo hospital. También los estudiantes camino del Cristo y algunos vecinos. Los taxistas (se mantiene una parada en el acceso principal) dan fe del poco movimiento. A lo ya dicho se suman algunos vecinos del barrio que utilizan las calles destartaladas para dar una vuelta corta, estirar un poco las piernas sin necesidad de bajar al Parque de Invierno o tirarse a la pista finlandesa.

Hay, sí, otro colectivo más numeroso que ha impuesto un uso temporal afianzado y muy aprovechado. Es el de los automovilistas. Como dicen los vecinos, si el hospital estuviera funcionando, no habría donde dejar el coche. El viejo HUCA, además de jungla, es un inmenso aparcamiento. Las zonas de parking de pago que funcionaban cuando el hospital estaba en funcionamiento son hoy de libre acceso. También las que bordean el recinto o las que lo conectan con la zona del Truébano.

Más allá, el complejo hospitalario, abandonado de la mano del hombre y abrazado por la naturaleza, solo ha servido, con toda razón, para ser uno de los escenarios de la serie de ficción postapocalíptica “La Zona”. Otra inmensa ruina del barrio, la plaza de toros, se prepara ahora, también, para acoger parte del rodaje de “Alma”, la serie de tintes sobrenaturales del asturiano Sergio G. Sánchez. Fantasmas y zombis, parece que por ahora eso es lo único que le queda al viejo hospital del Cristo.

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