El comercio y la hostelería son esenciales para la economía de Oviedo, motivo por el que LA NUEVA ESPAÑA pretende dar visibilidad al apoyo a estos dos sectores a través de una nueva campaña. El espacio #soisesenciales presenta a los pequeños negocios de la capital del Principado, comercios y locales de restauración, que están siendo muy castigados por las consecuencias económicas de la crisis sanitaria. La campaña cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Oviedo y está abierta a la incorporación de todas aquellas instituciones o entidades que quieran mostrar su respaldo al comercio y la hostelería local.

Los dueños de los pequeños negocios de Oviedo, los propietarios de bares, restaurantes o sidrerías y el resto de los autónomos que se han visto obligados a cerrar sus puertas afrontan un momento crítico. Muchos de ellos echan cuentas y empiezan a considerar tarea dificultosa volver a abrir sus negocios si las administraciones no ponen en marcha planes de ayuda para salir de un pozo que cada vez se hace más profundo. Si la pandemia no se reconduce, comerciantes y hosteleros vaticinan “un futuro muy negro” y “cierres en cadena” en dos sectores cruciales para la economía local.

Laura González, comerciante: “Tengo la mitad de la tienda vallada y sin uso”

Laura González tiene una tienda especializada en el cuidado de bebés en el barrio de La Corredoria y asegura que su negocio es un claro ejemplo para demostrar que el cierre decretado por el Gobierno regional “no tiene sentido”. Laura puede vender cunas, biberones y carricoches porque se consideran productos esenciales, pero sus clientes no pueden llevarse el saco para el carrito o cualquier producto textil. “Tengo la mitad de la tienda vallada y sin uso”, protesta la comerciante. 

José Oria, hostelero: “No somos los culpables y nos van a hundir”

José Oria, que tiene un bar en la calle Montes del Sueve, en Ciudad Naranco, es de los que piensan que la hostelería no es la culpable de que los contagios se hayan multiplicado en Asturias. “Siempre hay alguna excepción, pero en la mayoría de los bares y restaurantes se cumplen a rajatabla todas las normas sanitarias”, afirma Oria. “No entiendo el criterio de las administraciones a la hora de cerrar unos negocios y dejar abiertos otros. No somos los culpables y nos van a hundir”, subraya.

Mónica Dixon, pintora: “Si las galerías cierran no se ve nuestro trabajo”

“Esto es un efecto dominó, si las galerías están cerradas no se mueve ni se ve el trabajo de los artistas”, explica la pintora Mónica Dixon, que no es de las peor paradas de su gremio. “La verdad es que yo he vendido alguna obra últimamente y eso es como para darse con un canto en los dientes con la que está cayendo”, asegura. “Los artistas no trabajamos para que las obras se acumulen en los estudios, también necesitamos vender para poder ganarnos la vida”. 

Jesús Arévalo, comerciante y músico: “En nuestra galería no hay aglomeraciones”

“Como todos los pequeños comercios, no entendemos muy bien por qué unos sí y unos no”, explica el músico y comerciante Jesús Arévalo. Dueño de una galería musical en Marqués de Santa Cruz, cuenta que en su local “nunca hay tumultos”, porque los clientes “entran con cuentagotas”. Sobre la esencialidad, Arévalo argumenta que “para un músico, un juego de cuerdas” resulta “esencial”, ya que no deja de ser su “herramienta de trabajo”.

Samuel González, hostelero: “Hoy no se habla de cierre, queremos pelear”

“Ahora toca negociar con el propietario del local, reducir gastos al máximo y pedir todas las ayudas que se pueda”, explica Samuel González, dueño de un clásico de la calle Rosal. Toca aguantar el tirón. De momento, no piensa en cerrar. “Ahora quieres pelear”, cuenta, tras haberse hecho con el negocio hace menos de dos años. “Elegí el momento perfecto”, ironiza el hostelero, que confía en que la tormenta pase pronto y las Navidades sean buenas.

Fernando Romero, músico: “Las salas son un gran nicho para la cultura”

Fernando Romero fichó recientemente por una discográfica y el cierre le pilló en pleno despegue. El cerrojazo de las salas de conciertos le ha obligado a cancelar conciertos. Una clausura que le apena (también extraprofesionalmente), porque las considera “un nicho cultural”. Él se dice un músico a la “vieja usanza”, partidario de darse a conocer tocando “hasta que no queda público”, pero se resigna a seguir sonando en las redes. No queda otra.