Pedro Conde se ha convertido desde hace ocho años en un personaje popular e imprescindible del casco antiguo. Cada día, fines de semana incluidos, toca en la calle la Rúa y el Águila algunos de los temas bandera del rock español y otros propios. “En el límite del bien y del mal”, de La Frontera, o los éxitos de Los Secretos animan las calles a primera hora de la mañana y última de la tarde. Conde es el viejo rockero del Antiguo, un hombre que dejó atrás la agencia de publicidad que montó tras un paso como dibujante por los principales medios de prensa escrita del Principado para dedicarse de lleno a la música.

Pedro Conde, tocando en la calle Irma Collín

“Siempre tiré por la música, pero no tuve demasiado apoyo familiar. Mis padres querían que fuese médico o abogado. Esa frustración la trasladé a la plástica y el dibujo en la infancia y la adolescencia. Ya de mayor, un día me atreví a llamar a la puerta de La Hoja del Lunes, en la calle Marqués de Santa Cruz, con una carpeta bajo el brazo llena de dibujos. Me abrió la puerta José Vélez. Me cogió la carpeta, se la llevó, estuvo hablando un rato con alguien allí dentro, y, después de ponerme a prueba con un encargo, me fichó junto a Juan de Lillo”, explica Conde en mitad de la calle la Rúa, donde suele estar de 11.30 a 13.00 horas aproximadamente para luego, por las tardes, ir a la calle del Águila. De 18.30 a 20.00 horas aproximadamente.

"Esto no es fácil, es una lucha contra el ruido y la incomprensión de algunas personas"

Conde vive de sus actuaciones en la calle y en locales, aunque ahora sus ingresos se han mermado por el cierre forzoso de la hostelería en el Principado. Aún así, tiene un público fiel y agradecido que le deja unas monedas en la funda de la guitarra: “Esto no es fácil. Es una lucha contra el ruido y la incomprensión de algunas personas, las menos, que ni siquiera te saludan pese a verte a diario. Afortunadamente, la mayoría me agradecen las actuaciones y eso es reconfortante. Un día una chica me dijo que yo le alegraba el día. Resulta que trabaja justo enfrente de donde me pongo en la Rúa, en una tienda”.  

Para Conde, la calle es “un escenario enorme” que le ofrece la posibilidad de trabajar y “vivir con normalidad”. Desarrolla su labor gracias a un permiso municipal de vías y cuenta con el apoyo de la Policía Local, que le permite cantar sin mascarilla siempre que guarde la distancia de seguridad con los viandantes.