Patricio Sánchez, más conocido como “Titi”, “trabaja” desde ayer a jornada completa para conseguir la reapertura de la hostelería asturiana. Propietario de dos restaurantes desde hace más de dos décadas, el hostelero sierense emplea las doce horas que dedicaba diariamente a sus negocios hasta el cierre forzoso decretado el 3 de noviembre a protestar frente al Parlamento asturiano. Su nueva dedicación, consistente en dar vueltas alrededor de la Junta dentro de una caja de madera plagada de frases reivindicativas, durará tanto como sea posible para revertir una situación que considera insostenible. “A partir de ahora mi jornada laboral consistirá en tratar de remediar esta catástrofe”, advierte.

Titi Sánchez tiene 54 años y lleva 40 dedicado en cuerpo y alma a sus negocios en Siero. Su familia abrió en 1981 un restaurante en Viella que a día de hoy sigue dirigiendo junto a otro establecimiento en Granda que echó a rodar en 1999. Con una veintena de trabajadores, todos ellos en situación de ERTE, y unas pérdidas de hasta 15.000 euros en los peores meses de la pandemia, la desesperación le ha llevado a la protesta activa: “Echaré las horas que haga falta, pues no me dejan dedicar el tiempo a trabajar”, apunta refiriéndose a la “clase política, en general”, a la que urge medidas solidarias con los golpeados por la crisis. “No es de recibo que paguen el 70% del sueldo a los trabajadores mientras ellos tienen garantizado el 100%”, subraya.

Tras dedicar las primeras semanas de cierre forzoso a “pintar y poner al día” las dependencias de sus negocios, Titi barajó varias medidas de presión para intentar dar visibilidad a unas reivindicaciones compartidas por miles de colegas asturianos. “Llegué a plantearme hacer una huelga de hambre, pero luego pensé en algo más original”, explica.

El hostelero baraja incluso acceder mañana con su caja móvil al interior de la Junta. “Si es la casa de todos, por qué no puedo entrar yo”, comenta en un claro desafío al protocolo de la institución regional, a la que pide compensar “justamente” a los damnificados por sus “cuestionables” decisiones sanitarias. “Estoy de acuerdo con que el cierre se justifique en el interés general, pero cuando, por ejemplo, se hace una expropiación de terrenos aludiendo al interés público, suele ir acompañada de indemnizaciones justas para los afectados”, explica el restaurador.

Reclamar derechos

El emprendedor comenzó a dar su primera vuelta a la Junta a las nueve y media de la mañana y se fue para casa cuando el sol ya llevaba varias horas oculto. “Las doce horas que echo aquí son equivalentes a mi jornada habitual”, indica con tono de decepción por la necesidad de echarse a la calle a reclamar sus derechos. “Cotizo el máximo para tener una pensión digna en el futuro y ahora me encuentro con apenas mil euros mensuales al mes y obligado a tirarme a la calle para hacer ruido”, se lamenta Titi Sánchez entre miradas de extrañeza de los viandantes.