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Más paseos que euros en El Fontán: así volvió el mercadillo más popular de Oviedo

“La gente tiene miedo a gastar”, dicen los vendedores en su vuelta después de tres fines de semana de parón

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Ambiente en el mercado de El Fontán Pedro Delgado

“Vinimos con mucha alegría, pero de momento apenas estamos haciendo caja”. Los vendedores del mercadillo del fin de semana del Fontán se marcharon ayer para sus casas con un sabor agridulce. Los vendedores ambulantes tenían la esperanza de compensar tres fines de semana sin ingresos por causa de las restricciones sanitarias y se frotaron las manos al ver cómo la multitud se acercaba a sus puestos. Sin embargo, la jornada fue mucho menos productiva de lo esperado, según analizan, por culpa de la proximidad de las navidades y la incertidumbre económica. “La gente tiene mucho miedo a gastar el dinero ahora”, indicó Jordán Jiménez desde su puesto de bisutería.

Los tenderos se desgañitaron más de lo habitual para llamar la atención de los cientos de personas congregados en el corazón de la ciudad, mayoritariamente para toma el aire. “Llévense algo bonito por un euro”, se escuchaba a todo volumen por las esquinas de los puestos situados en torno a la emblemática plaza ovetense sin lograr efecto entre muchos viandantes, más centrados en pasar la mañana que en abrir la cartera. “La gente viene más a pasear que a comprar”, se lamentaba el vendedor de zapatillas Diego Romero, convencido de que la crisis económica se está empezando a notar. “Los clientes tienen menos dinero y tratan de exprimirlo para otras cosas”, apunta.

A pesar del poco afán por gastar, muchos se conformaron con el simple hecho de poder volver a salir a la caza de los compradores. “Estamos contentos porque al menos empezamos a sentirnos un poco vivos”, cuenta José Larralde, quien sí consiguió captar a media docena de clientes en apenas unos minutos para dar salida a una amplia variedad de productos de segunda mano. “Esta no hace fotos, pero te va a gustar”, señaló Larralde desde el puesto que lleva ocupando ininterrumpidamente cada semana desde hace diez años a un viejo conocido para tratar de colocarle una videocámara tras demandarle algún dispositivo para poder tomar instantáneas.

La gran esperanza para los artífices del mercadillo es aprovechar el impulso consumista de las fechas navideñas para recuperarse de casi un mes perdido. Por contra, temen que el alegrón navideño se convierta posteriormente en un nuevo periodo oscuro. “Como venga una tercera ola y nos vuelvan a cerrar no sé si lo soportaremos”, reflexionaba en alto Ludmila Cuatacachi desde su puesto de ropa.

Más despreocupados se mostraron los compradores, satisfechos con disponer de un nuevo plan para sobrellevar los fines de semana de cierre perimetral. “Por lo menos ves actividad, echas la mañana y cambias un poco el chip de tanta mala noticia”, explicaba Remedios Álvarez entusiasmada por poder dejar el barrio de Pumarín durante unas horas para darse un garbeo por el centro y llevarse para casa “algún trapo” con el que ampliar el fondo de armario.

“Aquí el vermú sabe mejor”, bromeaba una viandante

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Tampoco faltaron algunos escépticos y críticos con la vuelta a la normalidad del Fontán. “Igual habría que tener más controles. Nos estamos juntando mucha gente y quizás nos relajemos demasiado mientras decenas de personas están en la UCI luchando por sobrevivir”, comentaba José Francisco Álvarez, quien a pesar de dichos reparos también se echó a la calle en la mañana dominical. “De alguna manera es normal que salgamos porque son muchos meses de recogimiento forzoso”, puntualizó seguidamente.

Nostálgicos del vermú

Diferencias aparte, la vuelta del mercadillo es vista en el Antiguo como el primer paso de una nueva desescalada en la que muchos echan todavía en falta el retorno de la actividad en sus bares y restaurantes de cabecera. “Los vendedores dan vida, pero echamos mucho de menos el poder comer un pincho y tomar una pinta en los bares”, indica Domingo Fernández, que se autodefine como “un incondicional” de las jornadas dominicales del Fontán. “Aquí el vermú sabe mejor”, bromeó mientras paseaba entre los puestos.

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