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El frío marca distancias en el mercado navideño

Los vendedores instalados en Porlier y en la Catedral se quejan de las pocas ventas del primer fin de semana de actividad

Andrés Jáñez y Noelia Suárez, con su hijo Miguel, comprando en el puesto de Noemí Suárez. | Julián Rus

El frío y la lluvia se encargaron este fin de semana de que no se produjeran aglomeraciones en el tradicional mercadillo navideño que se instala en la Plaza Porlier y en el entorno de la Catedral. El mal tiempo fue el mejor aliado para evitar contagios por covid en un punto de la ciudad que tradicionalmente se llena por estas fechas. Este año se han establecido un estricto protocolo para evitar llenazos, pero por el momento no se han puesto en práctica, ya que los primeros días de actividad del mercado se han visto marcados por la escasa afluencia de visitantes. No fueron muchos los ovetenses que se atrevieron a desafiar al invierno para darse una vuelta por los puestos y llevarse a casa algún que otro capricho y tampoco vinieron muchas personas de fuera del concejo a pesar de que ya no existen los cierres perimetrales que lo impedían.

“Estas personas son las primeras que se acercan a nuestro puesto desde la tarde de ayer. Por el momento no estamos vendiendo nada, pero confiamos en que cambien las cosas cuando el tiempo respete un poco”, señalaba Aida Corte haciendo referencia a José Manuel Bravo y Lorena Vázquez, que se encuentran unos días en Oviedo por cuestiones de trabajo. “Yo soy de aquí, pero vivimos en Alicante. La verdad es que me gustan este tipo de mercadillos porque le dan mucho ambiente a la ciudad, aunque por el momento hay muy poca gente”, explica Bravo mientras trata de elegir una bufanda en el puesto que regentan Aida Corte y su compañera Carmen López. “Acabamos de empezar y queremos ser optimistas, pero lo cierto es que los dos primeros días han sido horribles en cuanto a la caja. Después del año que llevamos solo faltaba que siguiésemos así”, destaca esta última.

La fotógrafa María Fuente, en su puesto de venta de cianotipias. | Julián Rus

A pesar de que acababan de caer chuzos de punta, Andrés Jañez, Noelia Suárez y su hijo Miguel se decidieron a visitar el mercadillo navideño de Oviedo. “Nos ha costado un poco porque hace mucho frío y no para de llover, pero aún así es una forma de salir un poco de casa en las circunstancias en las que estamos. Además hace falta consumir para que la economía se recupere”, explica el padre de familia. Eso sí, las cosas hay que hacerlas con mucho cuidado. “No queremos que el miedo a contagiarnos nos paralice, por eso procuramos cumplir con todas las recomendaciones y que nuestro hijo también lo haga. Si no nos portamos ahora como tiene que ser no vamos a poder disfrutar de las Navidades. Y lo que es mucho peor, seguirá muriendo gente y la enfermedad se seguirá propagando”, sostiene Noelia Suárez mientras echa un ojo a los productos que tiene Noemí Suárez en su tienda de joyas y complementos. “También tenemos adornos de Navidad de madera nórdicos”, promociona la vendedora.

Pero en el mercadillo navideño de Oviedo son los propios vendedores los que se encargan de que las medidas de seguridad no se pasen por alto. “En cuanto vemos que se juntan más personas de la cuenta frente al puesto avisamos para que se acerquen de manera ordenada. Después tenemos geles y mascarillas. No tiene por qué ocurrir nada”, explica desde su puesto la fotógrafa María Fuentes.

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