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José Ramón Fernández Molina | Arquitecto, especialista en patrimonio

“En la Fábrica de Gas todo se puede aprovechar, no sobra ningún edificio”

“El Ayuntamiento y EDP deben llegar a un acuerdo para que la compañía se quede en la nave de la Popular Ovetense”

José Ramón Fernández Molina. | Miki López José A. ORDÓÑEZ

José Ramón Fernández Molina es máster arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, adscrita a la Politécnica, con la especialidad de urbanismo. A lo largo de su ya larga trayectoria, este profesional, encargado ahora de la inminente rehabilitación de la muralla medieval de la ciudad, ha compaginado el ejercicio como arquitecto con labores de investigación, difusión y comunicación, así como formación y docencia vinculadas a los aspectos científicos y culturales de su ámbito. Especialista en patrimonio arquitectónico de interés cultural, Fernández Molina está preocupado por el futuro de la Fábrica de Gas de Oviedo. Frente a la posibilidad de que “la piqueta” entre en el recinto, lo que a su juicio se impone ahora es recuperarlo para un proyecto “moderno” vinculado al Antiguo. Y “evitando derribos para proyectos como un parque de viviendas que la ciudad no necesita para nada”, advierte.

–¿Qué le parece el plan especial de la Fábrica de Gas elaborado por César Portela?

–El plan se lo encarga EDP a César Portela, quizás por aquello del buen feeling entre Galicia y Portugal. Portela es un encantador de serpientes en cuya trayectoria profesional hay luces y sombras. A nosotros, por desgracia, nos tocó la sombra con el plan de la Fábrica de Gas. Fue muy pragmático. Hizo un traje a medida para meter ahí noventa viviendas. Lo que habría que haber hecho entonces, que es lo que yo propongo ahora, es analizar en serio y en profundidad el valor patrimonial de lo preexistente y, en el caso de que no se puedan meter esas noventa viviendas, ver qué se puede hacer.

–¿Cómo?

–El Ayuntamiento tiene que acordar con EDP. O comprar, como parece que es intención del actual gobierno municipal, o cambiar los terrenos de la fábrica por aprovechamientos urbanísticos. Pero también se puede pactar un cambio del plan especial de mutuo acuerdo, ponerse de acuerdo el Ayuntamiento y la empresa sobre un nuevo documento y tirar de él. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de que el plan se aprobó en 2013 y que ha quedado en estado latente. Para EDP, la Fábrica de Gas es un problema para la cuenta de resultados. El actual concejal de Urbanismo, Nacho Cuesta, se aferra a cuestiones de legalidad, pero su responsabilidad es revisar el plan.

El proyecto de descontaminación recoge el derribo de ocho edificaciones. ¿Tampoco lo comparte?

–El tema de la descontaminación se aprovecha para colar unos derribos que no tienen justificación real. Las razones que se aportan son muy peregrinas. Si la fábrica se mira desde arriba da una impresión muy inquietante, pero ahí está el valor de lo heterogéneo. Todo es válido, todo se puede aprovechar en la fábrica. No sobra nada, ningún edificio.

–¿Cómo valora el proceso de descontaminación? ¿Hay riesgos de que afecte a las edificaciones?

–Hay que descontaminar, pero cuidado con cómo se hace. Hay que tener mucho cuidado. En esa zona existe un problema con el suelo y con su estabilidad. Se corre el riesgo de que por un movimiento de tierra se te pueda ir. Fijémonos en qué pasó en Gijón con el caso de la “manzana seca” de la Puerta la Villa. La descontaminación va a obligar a ejecutar excavaciones de entre cinco y diez metros de profundidad. Si esto entra en colapso sería imparable. Por tanto, habrá que tomar medidas excepcionales para la actuación. Por suerte, EDP es una empresa muy responsable en temas medioambientales. Esa es una ventaja para Oviedo.

La rehabilitación de la muralla que va a dirigir usted en 2021 y el plan de la Fábrica de Gas están claramente interconectados. ¿Cómo lo aborda?

–La muralla, cuya rehabilitación estará lista en el plazo de siete u ocho meses, necesita protección y darle un acceso público. Así, se plantea la peatonalización de la calle Paraíso, también vinculada a la Fábrica de Gas. El Alcalde ha dicho que para peatonalizar la calle hay que esperar a ver qué se hace con la fábrica. Es una postura que me parece bien, pero hay que ir avanzando poco a poco, con restricciones de tráfico progresivas una vez que se acabe la obra de la muralla medieval. Es necesario actuar sobre los edificios del entorno. Hay algunos que están restaurados, pero otros muchos son antiguos y están en un mal estado de conservación. Lo cierto es que se detecta una precariedad enorme en esos espacios, que históricamente acogieron usos marginales de la ciudad, vinculados incluso con la prostitución y las drogas. Se necesitan medidas de revitalización y la Fábrica de Gas, en este contexto, debe ser una fuerza motriz en la operación. Cito la propuesta de Francisco Pol que ya planteaba en los primeros planes un ascensor panorámico y un puente para pasar por encima de la muralla. Hablamos de la nueva puerta de Oviedo, la puerta del gas. Reconozco que se trata de una jugada delicadísima y que generará discrepancias desde el punto de vista del impacto, pero para eso estamos los arquitectos, para dar soluciones.

–¿Piensa en alguna figura urbanística concreta?

–Una opción que resulta interesante puede ser la puesta en marcha de un Área de Rehabilitación Integrada (ARI). Viene funcionando bien, con ayudas a los propietarios y con intervenciones en los edificios, no solo en las fachadas. Afectaría al parcelario con alineación a la calle Paraíso y también se puede aprovechar para incorporar actuaciones de eficiencia energética.

–Son varias piezas. ¿Encajarán bien?

–Si ponemos en orden las prioridades encajará todo y se podrá llevar a cabo un proyecto moderno y de futuro. Por cierto, estoy viendo que Nacho Cuesta, con el que tengo una relación fluida, maneja la modernidad de manera un poco tramposa. Hay que dejar de lado el modelo de ciudad expansiva, que no tiene sentido alguno en una región declinante en lo demográfico.

–¿Comparte el modelo de usos futuros que se están poniendo sobre la mesa?

–No debería haber problema para llevar a cabo un proyecto moderno en el que tengan cabida los jóvenes emprendedores, espacios de coworking, manifestaciones artísticas... Se trata de buscar un programa funcional que no sea especalizado, sino complejo. Es algo que puede ser realidad si las cosas se hacen por orden, comenzando por definir claramente el valor de lo que tenemos y llevando a cabo la descontaminación con cuidado, para evitar problemas con la inestabilidad que presenta el terreno en esa parcela.

–La nave de la Popular Ovetense está en el centro del debate. ¿Por dónde debería de pasar su futuro?

–EDP no debería marcharse. Debería mantener su presencia en un solar que es histórico también para la compañía y en el que perfectamente se puede hacer un centro de interpretación de la energía eléctrica desde sus orígenes y un lugar de promoción de la responsabilidad social corporativa de la firma. La nave de la Popular Ovetense es la sede perfecta, en este sentido. Ese edificio no se puede derribar, debe seguir en manos de EDP poniéndose de acuerdo con el Ayuntamiento de Oviedo. Eso sería lo ideal y creo que resulta interesante para ambas partes.

–Un apunte, para finalizar, sobre otro de los grandes espacios de oportunidad que tiene Oviedo pendiente de desarrollar: la Fábrica de Armas.

–En La Vega no hay que tener miedo. Lo que se hizo con la Noche Blanca o la programación organizada por la Fundación Princesa de Asturias me emocionó y demuestra lo mucho que puede dar la Fábrica de Armas. Cuando desde el gobierno municipal o el propio Alcalde dice que solo queremos una parte de la fábrica para levantar un recinto ferial y que del resto se en cargue el Ministerio o la Cámara de Comercio lo que se hace es tirar balones fuera. Un diamante hay que pulirlo entero, mimarlo y no cargarse la joya. Los usos que podría albergar son varios, como, por ejemplo, el polo tecnológico ligado a las ciencias de la salud, dotado con un centro universitario de primer orden, un área patrimonial que funcione como un museo o un centro de interpretación del sitio, técnicas aplicadas... Es un programa funcional en base a cuatro o cinco ámbitos que habría que ir ajustando.

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