Si en una función de “Madama Butterfly” el éxito se decanta, con mucha diferencia, para quien interprete los papeles de Suzuki o Pinkerton en vez de ir a parar a la protagonista principal, mal vamos. Esto quiere decir claramente que la velada no ha funcionado. Con decenas y decenas de “Butterfly” en la mochila soy buen testigo de esta situación en numerosas ocasiones y de cómo la que se supone que es una obra “fácil” se convierte en un verdadero ladrillo con el sopor como verdadera estrella. Es el título de Puccini uno de los más arduos del gran repertorio porque la clave está en que funcione el rol titular, el de Madama Butterfly. Es el eje que mueve la acción, el que crea el necesario clima emocional que culmina una tragedia que se atisba ya desde el inicio y que requiere de la intérprete una imponente combinación de facultades vocales e interpretativas.

Las funciones de Oviedo, entreveradas con las de “Fidelio”, han sido un hito que pasará a la historia del teatro Campoamor. Las dificultades derivadas de la pandemia las complicaron de manera increíble. Y, cuando muchos hubieran tirado la toalla, la Ópera de Oviedo siguió adelante y el acierto ha sido total. Estas funciones fueron un bálsamo para los aficionados, un revulsivo para la ciudad, respetando todas las medidas sanitarias y sin provocar ninguna movilidad alarmante, ni muchísimo menos: casi dos semanas de ópera en la que se implicaron los técnicos, los cantantes, el coro y la orquesta Oviedo Filarmonía, que demostró su esencialidad y compromiso riguroso con la vida musical de la ciudad a la que sirve. Ese remar de todos a favor es un ejemplo que se echa tanto de menos que por eso debe destacarse sobremanera.

Ermonela Jaho. La soprano albanesa Ermonela Jaho acudió de urgencia a Oviedo para sustituir a Arteta en la función del día 21, la última de la ópera, y cosechó un éxito monumental, en lo que fue un broche de oro de la ópera.

Y, teniendo en cuenta además el magnífico nivel de los elencos, hay que destacar a las tres sopranos que se hicieron cargo del rol principal. Lo afrontaron desde ópticas muy diferenciadas, lo que nos permite apreciar los inmensos matices del papel, las hermosas vetas que cada una puede sacar de un personaje sublime que es un reto a la vez que una cumbre para cualquier soprano de primer nivel. Las tres tuvieron éxitos apoteósicos, ovaciones interminables –incluso el teatro se puso en pie ante la entregada y sensacional interpretación de Beatriz Díaz–. La de Arteta más desgarrada, con una fuerza arrolladora, la de Díaz, con un lirismo y poesía arrebatadoras y, como estupendo colofón, la de Ermonela Jaho, síntesis ideal en la considerada, a nivel internacional, una de las intérpretes en este momento de referencia en todo el mundo. Jaho va camino de las doscientas representaciones del título y se nota. Es reclamada para hacerlo en los teatros más exigentes. Lo ha incorporado con una rotundidad que desarma emocionalmente al espectador.

Beatriz Díaz. La soprano asturiana debutó en el rol central de la ópera de Puccini con el reparto del “Viernes de la ópera”, y logró emocionar al público del teatro Campoamor, que la despidió puesto en pie.

Hay en el canto de Jaho una sutileza interpretativa, casi un susurro en algunos pasajes, que sobrecoge en su capacidad para transmitir la fragilidad ingenua de Cio-Cio San que acaba transformándose en una determinación de enorme envergadura moral y ética frente al engaño y la inconsciencia de Pinkerton. Cada gesto de Jaho es un regalo, y deja ver un dominio del papel que impresiona aún más sabiendo que no pudo tener ¡ni un ensayo! con la orquesta y que conocía la producción pero que tampoco pudo trabajarla casi nada previamente en el teatro. Solo una artista de su magnitud podía sacar adelante semejante empeño con ese umbral de calidad, ese plus que hace que el espectador casi toque el cielo al terminar la sesión. El público se emocionó, también lo hicieron muchos de los intérpretes, y eso generó un clima especial, el de las grandes noches de ópera. Jaho, desde que debutase en la ciudad con una gala lírica la pasada temporada, ya se ha hecho un hueco en el corazón de los melómanos asturianos. Podremos volver a disfrutar con ella la próxima temporada y más adelante con otros proyectos. ¡Que sea por muchos años!

Por la izquierda, Joan Anton Rechi (director artístico de “Fidelio” y “Madama Butterfly”), Alfredo Canteli y Juan Carlos Rodríguez-Ovejero (presidente de la Fundación Ópera de Oviedo), en el vestíbulo del Campoamor, en el estreno de “Fidelio”, el 10 de diciembre. | Julián Rus

El alcalde de Oviedo reivindica el “enorme esfuerzo” de la Ópera para completar once funciones en doce días

El alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, transmitió ayer su felicitación a los equipos técnicos y artísticas responsables de “Fidelio” y “Madama Butterfly” por su “enorme esfuerzo” para completar las once representaciones de los dos títulos en apenas doce días. “Una vez finalizadas las funciones de las óperas ‘Madama Butterfly’ y ‘Fidelio’ en el teatro Campoamor, realizadas de manera continuada durante dos semanas, y que han sido un hito cultural para nuestra ciudad”, asegura Canteli, “quiero felicitar a todo el equipo técnico y artístico que ha sacado adelante ambos títulos en un período de tiempo récord, y muy especialmente a los músicos de nuestra orquesta Oviedo Filarmonía por su grado de compromiso y esfuerzo para hacer posible este proyecto cultural en un momento tan complicado”. Canteli ya mostró su apoyo a la Ópera acudiendo a la primera función del maratón de representaciones.