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La calenda más íntima de Las Pelayas

El canto gregoriano que anuncia el Nacimiento de Jesús se mantuvo pese a la pandemia, pero con un aforo máximo de 35 asistentes

Las monjas del monasterio de San Pelayo entonando la calenda con mascarillas en la tarde de Nochebuena. | Irma Collín

Ni una pandemia mundial pudo con una de las tradiciones más arraigadas en Oviedo. La calenda, el canto gregoriano con el que las monjas del monasterio de San Pelayo anuncian cada Nochebuena desde hace siglos la venida al mundo del Niño Jesús, se celebró como siempre a las siete de la tarde, pero en esta ocasión de una manera mucho más íntima, pues solo 35 fieles pudieron acceder al edificio religioso para escuchar en directo unos cánticos que habitualmente congregan a más de un centenar de personas.

El rito es el mismo año a año, si bien en esta ocasión las religiosas cumplieron a pies juntillas con la obligación de portar mascarilla. La tradición de la calenda fue eliminada de muchas congregaciones tras la firma del concilio Vaticano II, pero en Oviedo se mantiene para deleite de un público que cada Nochebuena hace hueco entre compras, preparativos de cenas y brindis para escuchar el canto a capela de las monjas.

La calenda se canta a pulmón, con una melodía sencilla y monocorde, que en gregoriano se denomina tono “de lecciones”. Las monjas enumeran los hitos históricos más importantes desde la creación del mundo hasta el nacimiento de Cristo. Su origen, según los expertos data de la última etapa del imperio romano y ese es uno de los aspectos que para muchos convierten a la calenda en un evento único de la Navidad ovetense.

Actuación esperada

Las Pelayas son unas fijas en los últimos años en el programa de la Noche Blanca de Oviedo con sus cantos de vísperas, pero en la edición del último otoño no pudieron participar debido a los efectos de la segunda ola de contagios de coronavirus. Esta circunstancia hizo incluso dudar sobre la celebración de la calenda de este año, pero finalmente la mejora de la situación sanitaria permitió abrir las puertas del monasterio asentado en el solar fundacional de Oviedo para un público muy limitado.

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