La escritora Leticia Sánchez Ruiz fue una niña rodeada de libros que acudía al “santuario” de la biblioteca del Fontán con su padre y su abuelo, dos figuras que siempre lleva presentes, a quienes debe buena parte de su intenso amor por la literatura. La autora ovetense habló ayer de ello en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en una charla titulada “La biblioteca y sus laberintos”, en la que, a través de una conversación con la escritora y vicepresidenta de Tribuna Ciudadana, Virginia Gil Torrijos, dentro del ciclo “La huella del Tigre”, con motivo de la concesión del premio “Tigre Juan” que cada año, desde hace 42, falla Tribuna Ciudadana.

“Los libros son lo que más nos iguala en el mundo de la cultura, todos leemos los mismos textos; eso no pasa con otras artes”, explicó Sánchez Ruiz, que acaba de publicar “La biblioteca de Max Ventura” (editorial Pez de Plata). “Siempre me ha fascinado pensar que los libros que puede tener un premio Nobel en su biblioteca particular son parecidos a los que tengo yo en la mía, y eso es algo que me emociona terriblemente”, indicó la escritora y periodista.

A la hora de desgranar algunas de sus bibliotecas favoritas se refirió a la del monasterio de El Escorial. “Me llamó la atención la gran cantidad de libros sobre otras religiones que poseía un rey tan católico como Felipe II”, explicó. Uno de los viajes pendientes, cuando la situación lo permita, será una visita a la biblioteca del monasterio de San Millán de la Cogolla, donde se guarda una amplia colección de libros prohibidos. “Muy poca gente los visita y a mí me apetece mucho verlos”, señaló.

“Defiendo el poder de la lectura como antídoto contra la soledad”, señala la autora

A lo largo de la charla no faltaron referencias a los libros que fueron fundamentales en la infancia. “Me gusta revisar los libros que leía cuando fui niña y me doy cuenta de que todas mis obsesiones estaban ahí. Me parece que todas las lecturas de la infancia te marcan, pero tampoco es cierto eso de que el hábito de leer se forja en la infancia”. Para rebatir esa tesis puso como ejemplo el caso de su abuelo. “Era un campesino pobre al que su maestro le pasaba libros cuando era pequeño; luego se pasó todo su tiempo trabajando. Cuando se jubiló, decidió que iba a hacer lo que quería: leer. Entonces sintió que vivía la vida que siempre había querido vivir”. Abundando en la vida de su abuelo, Leticia Sánchez Ruiz también destacó el poder de la lectura como antídoto contra la soledad, algo que ella pudo comprobar cuando, al morir su abuela, él no quiso irse a casa de ningún familiar. “Decía que con la lectura se sentía acompañado y que no se sentía solo; es una de las grandes virtudes que tienen los libros”, señaló. La escritora también contó el caso del escritor hondureño nacionalizado guatemalteco Augusto Monterroso, que se vio obligado a trabajar en una carnicería, providencialmente cercana a la Biblioteca Nacional de Guatemala. “La biblioteca era tan pobre que solo tenía grandes obras y allí Monterroso, que no llego a completar el graduado escolar, forjó su gran cultura clásica”.

Contra lo que casi siempre suelen decir los escritores, Leticia Sánchez Ruiz confesó que no llegó a la literatura de forma casual. “Yo siempre me vi unida a los libros, desde que nací; mi primera novela la escribí cuando tenía 6 años, eran cuatro folios por las dos caras”, relató la autora. Sobre la posibilidad de vivir de la literatura Sánchez Ruiz dijo sentirse privilegiada. “Todo el dinero que entra en mi casa procede de la literatura de una u otra forma, y eso es algo maravilloso, me siento privilegiada”. “Una vez me llamó un fotógrafo para participar en una exposición, yo puse una cara de sonrisa, porque para mí la literatura es algo divertido y me gusta sonreír, él no lo entendió”, añadió. A la hora de nombrar a un escritor-personaje mencionó a Paco Umbral, “era más personaje que escritor, decidió crearse antes de que le creasen a él”, aseguró.

Sánchez Ruiz, que ganó en 2009 el premio de novela “Emilio Alarcos” por “Los libros luciérnaga” y en 2011 mereció el premio “Ateneo Joven” de Sevilla por la novela “El gran juego”, ha sido traducida al italiano con gran éxito. En 2018, la compañía “El Callejón del Gato” llevó a escena su obra de teatro “Hermanas”. En 2019 publicó en la editorial Pez de Plata la novela “Cuando es invierno en el mar del Norte”, cuyo título homenajea un verso de Ángel González.