Para los niños, no hay noche como la del 5 de enero, ni mañana como la del 6. Ayer, somnolientos y legañosos, los niños ovetenses madrugaron, algunos más que nunca, para ver qué les habían traído los Reyes Magos, cuál era la recompensa a doce meses de buenas obras y, en un año como el del coronavirus, incontables horas de paciente confinamiento.

Carmen Blanco, con patinete, y Alcázar Mozo, con la bici de Reyes, ayer, en la plaza del Fresno. | Luisma Murias

Con tanta emoción, los críos se resistían a dejar en casa sus juguetes, aunque no fueran de exterior. Era el caso de Aitana y Guillermo García Juarrero caminaba con sus padres por el Campo llevando consigo sus regales, él un flamante construible de Lego City, ella el juego de mesa “Scotland Yard Junior”.

Vera y Candela Murias abren sus regalos de Reyes en su casa. | L. Murias

Aprovechando que el invierno aflojaba un poco el pie del acelerador, al mediodía y a primera hora de la tarde había muchos críos disfrutando de sus regalos por las calles de la ciudad. Carmen Blanco, en patinete, y Alcázar Mozo, subida a una bici nueva, se retaban a correr en la plaza del Fresno, y en otras zonas como el parque infantil frente al Calatrava, había muchas familias turnándose para compartir los columpios manteniendo la distancia ciertas normas de seguridad. En los tiempos del covid, el hidrogel es un compañero de juego más. Con el paso de las horas, los rapaces volverían a las casas, a seguir disfrutando de esos juguetes bien ganados.