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María Fernández García | Directora del Instituto de Productos Lácteos (IPLA)

“Que el IPLA esté al lado del HUCA favorece las sinergias necesarias para la investigación en Oviedo”

“La pandemia nos enseña que necesitamos respuestas y que están en la ciencia”

María Fernández, en la actual sede del IPLA.

María Fernández García (Oviedo, 1967) es la directora del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA), un centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que está en Villaviciosa y que acaba de iniciar las obras de una nueva sede en La Corredoria.

–¿Qué perspectivas se abren para el IPLA con el traslado y la nueva sede de Oviedo?

–Lo llevábamos pidiendo años. El desarrollo de la investigación requiere unas instalaciones modernas y funcionales. En La Corredoria dispondremos de 5.000 metros cuadrados, con una inversión de 9,4 millones de euros en equipamientos científicos para nuestra región. Ha sido posible gracias a la sensibilidad y el apoyo del CSIC y de su presidenta, Rosa Menéndez. La investigación es algo multidisciplinar, con el trabajo conjunto de investigadores de distintas áreas. Para el IPLA colaborar con los profesionales de la salud, el estar al lado del HUCA favorece las sinergias necesarias para nuestra investigación. 

–¿Ha sido clave la elección de Oviedo por estar más cerca del HUCA?

–Estar cerca del HUCA es muy importante, pero también estar ubicados en una parcela del CSIC, al lado del Instituto del Carbón (INCAR), aunque no compartamos las mismas líneas de investigación. Además, para los estudiantes universitarios que están con nosotros es mucho mejor. La gestión resulta más cómoda en Oviedo que en Villaviciosa.

–¿Cuándo esperan tener la nueva sede en funcionamiento?

–La idea es que sea a finales del año que viene. El plazo oficial de ejecución de las obras concluye a mediados de 2022. A partir de entonces, habrá que amueblar y prepararlo todo para empezar a funcionar. 

 –Por cierto, ¿qué líneas de investigación tiene el IPLA?

–Se centran en la alimentación y se pueden dividir en dos bloques principales. Por un lado, en materia de seguridad alimentaria estudiamos aplicaciones biotecnológicas para mejorar la calidad y la seguridad de los alimentos. Trabajamos en el desarrollo de estrategias sostenibles de bioconservación basadas en antimicrobianos de origen biológico para reducir el uso de antibióticos. También en la caracterización físico, química y microbiológica de los quesos artesanales asturianos para el diseño de cultivos iniciadores específicos, así como el desarrollo de estrategias que permitan reducir la presencia de aminas biógenas en alimentos. Por lo que se refiere a alimentación y salud, la investigación se centra en las relaciones con la microbiota (flora del organismo). Conocer esos microorganismos, su evolución y cómo se relacionan con nosotros, cómo varían a lo largo de la vida, su papel en el envejecimiento como indicadores de determinadas patologías, su posible modulación a través de la alimentación, el desarrollo de nuevos productos funcionales o descubrir las claves que la alimentación juega en nuestro bienestar son algunas de las líneas de investigación actualmente en marcha.

–¿Y qué proyectos desarrollan con el HUCA?

–Nuestra relación comenzó hace más de veinte años. A día de hoy colaboramos con las áreas de pediatría, oncología, endocrinología, inmunología, dermatología, neumología, radioterapia, anatomía patológica, cirugía general y microbiología. Son colaboraciones que han desembocado en muchos proyectos conjuntos. Se centran en conocer el papel de la microbiota en diversas patologías, la relación de la microbiota intestinal con los desordenes del comportamiento, su importancia durante los primeros años de vida para la respuesta frente a enfermedades o analizar la relación entre la microbiota, la alimentación y la salud para el bienestar.

 –¿Cómo valora el polo biosanitario del entorno del HUCA?

–El desarrollo económico y la creación de puestos de trabajo surge de la sinergia entre el mundo empresarial y la ciencia. Por tanto, participar del polo empresarial y científico que se está generando alrededor del HUCA supone una gran oportunidad para el desarrollo científico. Esa proximidad de los distintos agentes implicados es algo muy importante. 

–¿Sigue siendo una asignatura pendiente la transferencia del conocimiento científico?

–Una de las cosas que hemos aprendido en esta pandemia es que necesitamos respuestas, que esas respuestas están en la ciencia y que desde la ciencia deben pasar a la empresa y a la sociedad. La transferencia debe ser una tarea continua. Esto no quiere decir que todos los resultados obtenidos en el laboratorio estén en condiciones de pasar directamente a la empresa. Algunos sí lo están y otros, que también son muy importantes, sientan las bases que permiten alcanzar hitos que serán los que lleguen a la empresa. Todos los resultados son necesarios e importantes, cada uno en el lugar que le corresponde, porque permiten generar conocimiento y sentar las bases para la innovación y el desarrollo. 

–¿Trabaja el IPLA con empresas privadas para lograr esa transferencia?

–Sí, tanto de ámbito regional, como nacional o internacional. Bien para participar en un proyecto determinados, como asesores, o para la formación de personal.

–Del IPLA ha surgido una startup ¿Pueden salir más?

– De aquí surgió Microviable Therapeutics, centrada en la microbiota, y está claro que podrían salir más. El nuevo edificio nos va a permitir crecer, con nuevos proyectos y nuevas líneas de investigación.

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