Tenía 84 años e iba a recibir el alta tras una estancia en el hospital, pero su corazón dejó de latir de manera inesperada. Carlos Duplá, que fue conocido jurista y promotor inmobiliario, falleció ayer en Oviedo. Se va un referente para una generación de juristas, que llegó a dirigir durante años la asesoría jurídica de Hunosa. “Tenía una memoria descomunal”, dicen los allegados de Carlos Duplá, que hasta sus últimos días disfrutó compartiendo sus conocimientos y ofreciendo sus servicios como abogados.

Duplá nació en un sótano de Oviedo en 1936. Su madre, Ángela dio a luz bajo los bombardeos de la ciudad durante la Guerra Civil y a partir de ahí comenzó una larga vida de más de ocho décadas de gran vinculación con la capital del Principado y también en Celorio, localidad llanisca de la que el fallecido está considerado “uno de sus veraneantes más clásicos”.

En Llanes se convirtió en todo un exponente de las actividades acuáticas. Durante años fue directivo del Club Marítimo y presidió el club de vela “La Ensenada”, cargo desde el que trató de impulsar la creación de un puerto deportivo en Celorio, abriendo un sonado debate social y debate político que finalmente no tuvo un final feliz para su devoción deportiva.

Estudio en el colegio de los Maristas, se licenció en Derecho por la Universidad de Oviedo y aunque desde entonces nunca más dejó de estar vinculado a la actividad jurídica también hizo sus pinitos en la construcción, impulsando varias promociones en la región. “Hizo algunas urbanizaciones, pero fue en un breve periodo de juventud”, comenta su familia.

Quienes lo conocían coinciden en señalarle como una persona especial. “Era un alma indómita”, trasladó un amigo muy cercano a la familia durante la capilla ardiente instalada en la sala número diez del tanatorio de los Arenales, por la que pasaron muchos buenos amigos a lo largo de la tarde de ayer.

“Genio y figura”

En casa lo recuerdan también como una persona única por su forma de ser. “Era genio y figura”, señala su hija Beatriz, sanitaria, que destaca sobre todo el buen estado mental con el que su padre, al que hoy despedirán en el tanatorio con una celebración de la palabra a las 12.00 horas, había llegado a los 84 años. “Su cabeza era única, un prodigio”, explicaba la familia cercanos mientras buscaba consuelo por la inesperada pérdida.