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El método de una ovetense para detectar cuanto antes el Alzheimer

Sara García presenta, en su tesis doctoral, un protocolo rápido y efectivo que combina el uso de marcadores cognitivos y análisis biológicos

Ilustración de Pablo García.

El uso combinado de marcadores cognitivos y de análisis bioquímicos, centrados en concreto en la proteína P53 con su conformación alterada, puede permitir un diagnóstico precoz de la enfermedad de alzhéimer y probablemente también de la de párkinson. Esta es la conclusión de la tesis doctoral de la investigadora ovetense Sara García González, codirigida por Fernando Cuetos y Antonello Novelli, que acaba de ser defendida en la Universidad de Oviedo.

La ya doctora comenzó a interesarse por la investigación sobre estas enfermedades cuando cursaba sus estudios en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo. “Me llamaban la atención las clases de Fernando Cuetos y, llegado el momento, le planteé si podía hacer con él el doctorado”, relata. Así, Sara García González comenzó a investigar en torno a un método de detección precoz del alzhéimer, en una codirección con Novelli y en el marco de un proyecto que implica a otros investigadores de la Universidad de Oviedo, vinculados a una línea de investigación lanzada por el fallecido catedrático de Química Analítica Agustín Costa, y en contacto además con un grupo que trabaja en la Università degli Studi di Brescia.

Sara García González.

“El punto fuerte de la investigación es la interdisciplinariedad”, explica Sara García. Para desarrollar su método de detección, se seleccionó un grupo de 45 sujetos: 20 con deterioro cognitivo leve, otros 20 con la enfermedad de alzhéimer, y 15 con párkinson. En paralelo, había otro grupo de control igual de numeroso, formado por familiares de los pacientes y voluntarios. Para configurar estos grupos, la ya doctora contó con la implicación de los pacientes del Hospital de Cabueñes, pero también con la colaboración de otras personas, como alumnos de los cursos del programa para mayores de la Universidad de Oviedo (PUMUO), que formaban parte del grupo de control. En todos los casos, Sara García aplicó una batería de pruebas que le permitieron definir el perfil neuropsicológico de los pacientes. En paralelo, se les midió la concentración de la proteína P53 en sangre.

“Básicamente”, explica Antonello Novelli, “se mide el nivel de concentración de esa proteína”. La cuestión clave es que “el incremento de estrés oxidativo se relacionaría con un aumento de la proteína P53 conformacionalmente alterada”, añade Sara García.

Esa proteína, la P53, es común. Pero ese matiz que incluyen los investigadores, el hecho de que esté conformacionalmente alterada, de que haya visto alterada su función, es lo que indica que pueda estar asociada a la enfermedad de alzhéimer: “La proteína P53 ha sido muy estudiada por su relación con procesos cancerígenos. El grupo de Brescia encontró que en presencia de estrés oxidativo adquiría una conformación alterada, convirtiéndola en posible biomarcador para el diagnóstico precoz de la enfermedad de alzhéimer”, explica Sara García. En otras palabras: las concentraciones elevadas de esa proteína en sangre podrían indicar la presencia de la enfermedad, por lo que su medición sería una alternativa no invasiva a la punción lumbar, que es el método actual de diagnóstico.

Pero además, la propia evolución de la P53 también se puede vincular al párkinson: la clave para diferenciar una y otra es precisamente la cantidad de proteína, ya que una mayor concentración es indicativa de alzhéimer.

Pese a la relevancia de esta proteína en el protocolo, la clave para afinar en el diagnóstico es su imbricación dentro de ese método combinado que ha ideado la investigadora ovetense. “Solo con las pruebas bioquímicas no se puede dar un diagnóstico, también se necesitan las neuropsicológicas”, explica Fernando Cuetos, quien hace además hincapié en la necesidad de aplicar este protocolo neuropsicológico para diferenciar, en un estadio temprano, si realmente se trata de la enfermedad de alzhéimer, que afecta al desarrollo cognitivo, o de otro mal como puede ser el párkinson, que afecta a la motricidad.

Los resultados obtenidos por el protocolo desarrollado por Sara García son, en palabras de sus directores de tesis, “muy buenos tanto por su especificidad como por su sensibilidad”. Y es que la batería de pruebas se ha demostrado efectiva para detectar el alzhéimer aun en un estadio inicial y con una sintomatología leve.

La relevancia del método es todavía mayor si se tiene en cuenta que arroja resultados con una gran celeridad. “Tanto el protocolo neuropsicológico como las pruebas bioquímicas solo precisan de una muestra de sangre, y con el equipo adecuado pueden completarse en apenas una hora”, explica Antonello Novelli, quien incide en que la medición de la proteína P53 sería equivalente a una prueba de glucosa como la que se hacen, en su casa, los enfermos de diabetes: llevaría apenas un minuto. Esto abriría la puerta a, en un futuro, realizar esas pruebas en un centro de salud o incluso en el propio domicilio de los pacientes, debido a su sencillez.

Pero hasta que llegue ese día en el que este protocolo esté plenamente desarrollado y pueda ser puesto a disposición del sistema sanitario aún queda mucho trabajo por delante. Las investigaciones de Sara García, que actualmente ejerce como profesora e investigadora en la Universidad de Navarra, ya han sido anticipadas en dos artículos científicos, y se preparan nuevas publicaciones con las conclusiones de la tesis. “Ahora toca seguir investigando, seguir publicando y perfeccionar todos los protocolos”, concluye Sara García.

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