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La Ópera de Oviedo respira ante la prórroga de las medidas sanitarias: la función del viernes se libra de las restricciones

El segundo reparto de la ópera celebra, minutos antes del ensayo general, la decisión regional de no endurecer las medidas

En primer término, Luis Gomes, detrás, Alice Wissel, Valdis Jansons y, al fondo, David Lagares. | Luisma Murias

Todo estaba en el aire. Y, en el negocio de la ópera, “si no cantas, no cobras”. El segundo reparto de la función de “Los Pescadores de perlas” tenía, si todo salía bien, una única bala para subirse al escenario, una oportunidad que conlleva un mes de trabajo y se traduce en un día sobre las tablas, el viernes. A pocos metros de allí, en el edificio de la Junta, se debatía su futuro mientras ellos, ajenos a la política regional, calentaban sus gargantas en los camerinos. En los pasillos, las voces que salen de los pequeños cuartos que hay a izquierda y derecha se confunden y enredan. Las puertas, cerradas y adornadas con los nombres de Luis Gomes, Alice Wissel, Valdis Jansons, y David Lagares, apenas consiguen amortiguar su potencia. Cuando llega la noticia de que el Principado no obligará a cancelar esa función incierta, la alegría sale de la forma más natural de sus gargantas, en su idioma. Portugués, suizo, letón, castellano. Aunque rápidamente cambian al inglés para compartir impresiones.

La Ópera de Oviedo lleva a gala ser uno de los mejores escenarios para los cantantes jóvenes, a los que, desde hace once años, les da una oportunidad durante las citas de los viernes. Así, el reparto suplente, compuesto de figuras emergentes, tiene un escenario para mostrarse al mundo. De los cuatro, ninguno había pasado antes por el Campoamor, pero lo alaban. Del teatro ovetense destacan su historia, los planteles que consigue colocar sobre la escena y su condición de escaparate.

De izquierda a derecha, Luis Gomes, Valdis Jansons, Alice Wissel y David Lagares, en el escenario del teatro Campoamor. |Luisma Murias

Caracterizados de los personajes que representan en la ópera de Bizet, se dirigen al escenario para el ensayo general. En un día normal, las butacas estarían repletas de niños. De camino al escenario, en la oscura caja escénica del teatro, el onubense David Lagares celebra que España “sea de los pocos países en los que se están haciendo cosas”. El resto asiente, demostrando que también hablan –o, por lo menos, entienden– castellano. “Es algo común en este mundo”, apunta el portugués Luis Gomes. Poder cantar, dicen, últimamente no lo es tanto. Todos cuentan con numerosas fechas canceladas a lo largo del año. Desde el foso, cuando se apagan las luces, José Miguel Pérez-Sierra les dice a los actores que están haciendo unas funciones “muy buenas” pero que la próxima “será mejor”. De momento, será. Y los protagonistas ya lo celebran.

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