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El Oviedo del general Rivero Balbín

El Muséu del Pueblu d’Asturies rescata para la exposición “La ciudad despierta” un valioso álbum de imágenes de 1904

Obreros saliendo a la Fábrica de Armas de la Vega MANUEL RIVERO BALBÍN/MUSÉU DEL PUEBLU DÁSTURIES

Pasear por Oviedo después de haber visitado en la exposición “La ciudad despierta” –Sala SabadellHerrero; 653 fotografías de la capital asturiana entre 1858 y 1978, procedentes de los fondos del Muséu del Pueblu D’Asturies– abre los ojos a un pasado urbanístico ya desaparecido y permite dejarse llevar por la aparición algo fantasmal de calles, gentes y edificios que ahora ya sólo viven en esas añejas imágenes. La selección de las fotografías para la muestra, abierta hasta el próximo domingo 21 de febrero, fue ardua y muchas se quedaron fuera. Es el caso de las que aparecen en esta página, que forman parte de un álbum fechado en octubre de 1904 y que en la exposición no se muestra íntegro. El contenido de este álbum, que recupera parcialmente LA NUEVA ESPAÑA, es obra de Manuel Rivero Balbín (Seloriu, Villaviciosa, 1861-1938) y muestra la capital asturiana en los primeros años del siglo XX, con imágenes sorprendentes del estado que presentaba entonces Santa María del Naranco, con espadaña, o la entrada de los obreros en la fábrica de La Vega, donde trabajaba también el autor de las imágenes.

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El Oviedo de 1904 Muséu del Pueblu d'Asturies

Rivero Balbín pertenecía a una familia acomodada de Seloriu. Era el segundo de cinco hermanos. “Sus hermanos Luis y Mariano fueron médicos y su hermano Francisco fue ingeniero de Caminos. Él fue oficial del Cuerpo de Artillería; cuando falleció tenía la graduación de general honorario”, indica el comisario de la exposición, Francisco Crabifosse. “Estuvo destinado en Mallorca, Mahón, Trubia y en Oviedo. En 1895 se trasladó de la Fábrica de Trubia a la Fábrica de Armas de Oviedo, donde al menos estuvo hasta 1905”, añade Crabifosse. “Era aficionado a las artes y a la fotografía. Hacía fotografías estereoscópicas, en 3D, que era la fotografía que practicaban los buenos aficionados de la época, buscando obtener imágenes con la mayor realidad posible, y también autocromos, que son las primeras fotografías en color de la historia, que se hacían con un sistema inventado por los hermanos Lumière en 1903, que se comercializó a partir de 1907”. Aunque no es del álbum, se reproduce en esta página uno de esos autocromos. Es una de las primeras imágenes de Santa María del Naranco, la fachada sur hacia 1910, un cesión hecha al Muséu por Andrés Piñera.

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