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Oviedo despide a la librera Conchita Quirós, "un personaje de novela irrepetible"

Las limitaciones de aforo por el covid provocaron que algunos asistentes al funeral no pudiesen entrar en la iglesia de San Juan

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Funeral de Conchita Quirós, el emblema de la librería Cervantes de Oviedo IRMA COLLÍN

La limitación de aforo para frenar el coronavirus provocó esta mañana que muchos de los asistentes al funeral por el eterno descanso de la librera Conchita Quirós tuviesen que quedarse fuera de la iglesia de San Juan. En condiciones normales el templo "habría estado a reventar" porque la propietaria de la librería Cervantes "era una mujer carismática y muy querida en la ciudad", explica Margarita Sánchez, una de sus empleadas.

Quirós, que tenía 85 años, era librera de profesión desde 1957 y licenciada en Filosofía y Letras, y Magisterio. Su padre, Alfredo Quirós, abrió la librería Cervantes en 1921 e inculcó a sus cuatro hijos el amor por la literatura. Sin embargo, ella fue la única de los hermanos que optó por las Letras y siguió la estela de su progenitor, fallecido el 5 de junio de 1995. "Su pérdida va a ser muy dura para mí porque vivíamos juntas. El día a día va a ser difícil", explica su hermana, Aurelia Quirós. "Ella heredó el negocio de mi padre, siguió su estela y consiguió mejorarlo hasta llevarlo al punto en el que se encuentra ahora. Era una persona que no se rendía ante ninguna adversidad, tenía carácter, pero no se enfadaba y no asustaba a nadie. Nunca tuvo enemigos", añade.

Según explica otro de sus amigos, el arquitecto Alfonso Toribio, Conchita Quirós "era un personaje de novela irrepetible".. No en vano, "su dimensión empresarial era enorme" y "era capaz de hacerte sentirte como en casa en una empresa de mucha envergadura y que funciona como un reloj". Para Alfonso Toribio, "era una persona grandísima a pesar de su corta estatura".

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