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Un paciente que estuvo a punto de pasar su vida en una silla de ruedas (o incluso perderla) vuelve a andar tras una operación en el HUCA

La pesadilla comenzó en noviembre de 2019 como un fuerte dolor de espalda que parece haber terminado con final feliz

HUCA

Tras un año, un mes y una semana postrado en una cárcel de sábanas blancas, mientras una agresiva bacteria le destruía las vértebras y amenazaba no solo con dejarle en una silla de ruedas de por vida, sino con arrebatársela, el ovetense Jesús Álvarez cruzó este jueves las puertas del HUCA por su propio pie. El encargado del “milagro” fue el neurocirujano Kelvin Piña quien, con una técnica tan arriesgada como innovadora, pudo reconstruir la columna del paciente utilizando huesos de cadáveres; un hito a nivel mundial dada la “complejidad de la operación”. Actualmente, Álvarez, de 44 años, se encuentra en su domicilio recuperándose, pero sin ninguna secuela tras las más de 24 horas de cirugía repartidas en tres intervenciones que tuvieron lugar en agosto, septiembre y enero.

La pesadilla para el paciente comenzó en noviembre de 2019 como un fuerte dolor de espalda que parece haber terminado con final feliz. Jesús Álvarez que destaca el “optimismo contagioso, el apoyo y la pericia con el bisturí” del neurocirujano del HUCA, se declara “un superviviente”. Piña reconoce que, debido a la pandemia y el largo ingreso del paciente, se encargó personalmente de acompañarle durante las largas jornadas de soledad en el hospital.

El neurocirujano Kelvin Piña

La decisión de la intervención quirúrgica, la última opción en el tratamiento de la patología del paciente fue casi obligada. Ante el avance imparable de la bacteria y la ineficacia de los antibióticos no quedaba otra que jugársela al quirófano. En la literatura médica española no existen casos de una operación semejante e, incluso, a nivel global es “tremendamente infrecuente”. “La operación era muy complicada y, no dejarle secuelas era muy difícil”, relata Piña, que se muestra enormemente satisfecho de haber salvado la vida del paciente, pero también de ver caminar a una persona que no era capaz de tenerse en pie. En el pasado, el neurocirujano había llevado a cabo con éxito operaciones de reconstrucción de columna, pero en las que solo se actuaba en una vértebra.

Para ello, en las intervenciones Piña relata que contó con el “inestimable apoyo” de un extenso equipo de anestesistas, enfermeros, traumatólogos, cirujanos cardiovasculares y neurofisiólogos sin los que el milagro no hubiera sido posible. Aunque sentencia que, si en esta historia hay un héroe no es otro que el paciente.

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