El Calatrava cerró ayer su última puerta, la salida de emergencia por la que se accedía al Burger King, único negocio que seguía en funcionamiento. Mantener abierto el local de comida rápida en el centro comercial suponía un coste de 30.000 euros mensuales para la propietaria, que se encuentra en concurso de acreedores. El establecimiento seguía abierto gracias a una sentencia de la Audiencia Provincial en la que se permitía a la franquiciada seguir instalada en el antiguo Modoo en virtud del contrato que había firmado con la propiedad del espacio comercial. Ahora, al encontrarse en fase de liquidación, el administrador concursal considera que está en juego otro derecho, garantizar el cobro de los múltiples acreedores de RPPSE Espacio Oviedo. Entre ellos tiene un importante peso el Ayuntamiento, a quien, como ya adelantó este diario, la sociedad debe unos dos millones de euros. El administrador considera que la clausura total del centro comercial está justificada para velar por el interés de los acreedores y, entre ellos, “todos los ovetenses”. Los propietarios del local de comida rápida no están conformes con la decisión de la administración concursal y tratarán de volver a instalarse en el Calatrava hasta el año 2036, un derecho que les reconocía la citada sentencia de la Audiencia Provincial.

El activo de RPPSE, que está valorado en unos doce millones de euros, se circunscribe casi exclusivamente al esqueleto del Calatrava. La falta de liquidez es lo que pone en peligro el derecho de cobro de los acreedores de la sociedad. Esta solo podría afrontar sus más de ocho millones de deuda si se encontrase un comprador para el inmueble.

Como adelantó LA NUEVA ESPAÑA, la propietaria desistió de llegar a un acuerdo con los acreedores por este mismo extremo. Con el centro comercial cerrado en su práctica totalidad y con unos gastos anuales millonarios, el activo corriente de la empresa iba disminuyendo, y afrontar su deuda sin sacar a la venta el espacio comercial era inviable. Por ello, RPPSE se declaró en liquidación y el futuro de la sociedad quedó en manos de los administradores concursales, del despacho asturiano Prendes & Caicoya. Ellos están en vías de presentar al juzgado un plan de liquidación cuando terminen de cuantificar el total del activo y el pasivo de la sociedad. El objetivo de los abogados es vender la totalidad del centro comercial como “unidad productiva” y evitar así llegar a un proceso de subasta en el que salgan a la venta los 62 inmuebles que componen el antiguo Modoo por separado. Esta última opción dificultaría la futura viabilidad del corazón del inmueble diseñado por Santiago Calatrava.

Según ha podido saber este diario, diversos fondos de inversión ya habrían mostrado su interés en el antiguo centro comercial. Fuentes cercanas a la administradora concursal aseguraron que el objetivo del despacho es que el eventual comprador ofrezca un plan viable para el espacio y que este sea “bueno para la ciudad” y que será uno de los puntos que valoren a la hora de la venta. Entre el activo del centro comercial, además del inmueble, se encuentra el plan de reforma que había encargado la propietaria. El nuevo comprador podría recuperar este proyecto con el objetivo de hacer del antiguo Modoo un espacio más abierto y atractivo.