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Edificio “okupa” con vistas a la Catedral de Oviedo: “Muchos hemos amueblado y realizado algunas mejoras”

“Es ilegal, pero no queda otra”, aseguran las doce familias sin recursos que se colaron en un bloque de pisos en venta invitados por “un promotor”

Daniel Fernández asomado al balcón de su piso “okupado” de la calle Máximo Fromestano. | Luisma Murias

“Sabemos que es ilegal, pero si no tenemos dinero no queda otra. O te buscas la vida o te mueres de frío y hambre”. Daniel Fernández llegó a Oviedo procedente de su Galicia natal huyendo de problemas familiares y con la esperanza de rehacer su vida. Desde hace un año vivía al raso y el pasado enero recibió una oferta irrechazable. “Ni me lo pensé. Con un sólo pago me dieron la oportunidad de entrar en una casa como nueva y así evité el riesgo de morir de una hipotermia en la calle”. Desde entonces habita uno de los doce pisos en venta del número 2 de la calle Máximo y Fromestano –en pleno Antiguo y con vistas a la Catedral– junto a otras once familias a las que, supuestamente un individuo al que llaman “el promotor” les facilitó el acceso a cambio de una cantidad de dinero que evitan concretar.

Los nuevos vecinos del casco histórico vivieron de manera discreta en el inmueble hasta hace unas semanas, cuando responsables de la inmobiliaria encargada de dar salida a los pisos, que son propiedad de una empresa madrileña en concurso de acreedores, descubrieron que las viviendas habían sido ocupadas por desconocidos. “Fui con una pareja a ver uno de los pisos para vendérselo y descubrimos que habían cambiado el bombín y varias personas se habían instalado en el interior”, indica Diego Salinas, de la inmobiliaria Atico 10, a la que la entrada de los inesperados inquilinos ha obligado a paralizar la venta de tres inmuebles del bloque que ya habían sido reservados.

A la izquierda, Daniel Fernández con su gato en el sofá de su casa “okupada”, en el centro, la pancarta colgada por los “okupas” en el balcón y, a la derecha, una vista del inmueble. | Luisma Murias

Ahora el asunto está en manos del administrador de la sociedad en concurso, cuyo responsable ha trasladado al juez la ocupación ilegal de los pisos, en busca de una solución. “Esperamos que la justicia actúe rápido y mientras tanto los ‘okupas’ no causen problemas a los vecinos”, indicó el empresario a requerimiento de este diario.

Mientras tanto, en el bloque una pancarta reivindicativa visible desde la calle preside uno de los balcones. “No somos delincuentes ni ‘okupas’ profesionales. Somos gente sin apenas recursos que luchamos por un alquiler social”, reza el cartelón. Justo debajo, algunos de los residentes irregulares hacen piña para defender su postura. “Tengo una niña de cuatro años, gano 600 euros y hasta ahora estaba pagando 400 de alquiler por una casa de planta baja llena de humedades”, relató otro de los instalados en una de las viviendas, que se presenta como “ovetense de toda la vida” al que la necesidad de cuidar de su mujer, aquejada de esquizofrenia, le obligó a dejar su trabajo como electricista y acogerse al ingreso mínimo vital como último recurso. “Entre los gastos de la niña y el día a día es imposible hacer frente a un alquiler”, indica, dispuesto a aguantar en la casa allanada el tiempo que haga falta. “Si tardan un año en echarme eso que me ahorraré para hacer frente a otros gastos”, apunta el hombre.

Edificio “okupa” con vistas a la Catedral

A escasos metros del padre de familia, un gijonés cuenta la odisea que le empujó a entrar de manera ilegal en uno de los pisos. “Era cocinero en Benidorm y cuando llegó el covid se me vino el mundo encima”, apunta este varón, actualmente perceptor de unos 400 euros mensuales de ayuda social. “Con este dinero no voy a ningún sitio”, relata mientras Daniel Fernández, otro de los ocupantes, asiente aportando su testimonio. “Al menos tenéis ayuda pública. Yo soy autónomo, reparto comida a domicilio y el mes pasado facturé 70 euros”, indica con la voz entrecortada.

Los “okupas” se presentan como “españoles de bien” golpeados por la crisis y muestran su “total disposición” a sentarse con el propietario para negociar un acuerdo que les permita seguir en los pisos a cambio de una renta asequible. “Estoy dispuesto a pagar hasta 300 euros pues el piso está de lujo”, apunta el padre de familia ovetense que destaca la excelente conservación de los pisos por parte de los inquilinos. “Muchos hemos amueblado y realizado algunas mejoras”, sostiene.

Edificio “okupa” con vistas a la Catedral

Sobre el supuesto “promotor” al cual atribuyen el papel de “facilitador” para entrar en las viviendas, los inquilinos callan y evitan dar pistas. “Solo pidió dinero y palabras”, repiten una y otra vez sin explicar el significado de una oración formulada con claro ánimo de encubrir al responsable de una situación claramente ilegal que a ellos les ha cambiado la vida. “Ahora puedo ducharme con agua caliente y dormir tranquilo”, dice Daniel Fernández entre constantes referencias a su duro pasado por las calles de la capital asturiana. “Soy asiduo de la Cocina Económica y he tenido que dormir hasta rodeado de jabalíes”, subraya.

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