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La Policía Local atribuye un posible delito de homicidio imprudente al supuesto autor del atropello de General Elorza (Oviedo)

El conductor del primer coche que arrolló a la víctima iba despistado y a 57 por hora en una zona que marca 50, según el informe de la Policía Local

La víctima, tapada sobre el asfalto de la calle General Elorza el pasado 5 de febrero tras el atropello mortal. | Irma Collín

La imprudencia del conductor del primer vehículo que arrolló a la víctima pudo ser la causa principal del atropello mortal del pasado 5 de febrero en la calle General Elorza. A esa conclusión han llegado los efectivos de la Policía Local de Oviedo encargados de reconstruir el accidente en el que perdió la vida una ovetense de 78 años, Mari Chelo González. Los investigadores admiten el comportamiento temerario de la fallecida por cruzar por una zona sin paso de peatones, a oscuras y bajo la lluvia, pero sostienen que el conductor, J. M. G., de 58 años, habría incurrido en un delito de conducción temeraria por no haber prestado la suficiente atención a la carretera y circular a más velocidad de la permitida. De todos modos, tendrán que ser el juzgado y la Fiscalía los que determinen si hay responsablidades penales.

La aplicación Pc-Crash utilizada por los agentes para simular el accidente apunta a que el Peugeot 807 de color rojo del acusado circulaba en sentido hacia la plaza Primo de Rivera cuando se llevó por delante a la mujer, que cruzaba hacia Salesas y “experimentó una proyección aérea” antes de caer en el carril izquierdo y ser arrollada de nuevo por un Citroën C4 conducido por M. B. P., de 32 años.

Según el resultado de las investigaciones, en el momento del primer impacto, el Peugeot circulaba a 57,6 kilómetros por hora en una zona en el que el límite permitido está en 50. Los policías aprecian una reacción tardía por parte del conductor. Los datos recogidos en el lugar de los hechos desvelaron que el vehículo no paró hasta cien metros más adelante del atropello, a la altura de la plaza Primo de Rivera, a pesar de que el golpe dejó prácticamente destrozada la luna delantera del vehículo.

Tras lo sucedido, el conductor declaró no haber visto a la víctima por las malas condiciones que había y que impedían una segura conducción. Sin embargo, los investigadores ven en esta declaración una prueba más de la posible imprudencia del piloto, pues si bien dan por buena su versión de que “apenas se veía” debido a la oscuridad y la lluvia, afean el hecho de que a pesar de ser consciente de esa situación el vehículo circulaba por encima del límite de velocidad. “Hay que recordar que el código de circulación incluye la necesidad de adaptar la velocidad a las circunstancias de la carretera”, indican fuentes policiales.

En manos del juez

El resultado de las investigaciones fue entregado ayer mismo al juzgado de instrucción número 2 de Oviedo, el cual determinará el alcance de las responsabilidades de los implicados en un siniestro que tuvo lugar pasadas las ocho de la tarde del 5 de febrero, justo tras el cierre de bares y comercios.

Para la elaboración de los informes fue necesaria una intensa labor de campo por parte de los agentes locales. La recogida de información y testimonios sobre el siniestro, el minucioso análisis de los vehículos y la obtención de los datos físicos de la víctima fueron determinantes para que el equipo de Investigación y Reconstrucción de Accidentes de Tráfico de la Policía Local ofreciera luz una vez más acerca de un trágico siniestro.

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