El Fontán vivió ayer uno de sus días más tristes. La ausencia de Loli Secades en su puesto, el decano de la venta de flores, donde lleva más de treinta años, no auguraba nada bueno. El motivo era trágico. Su pareja, Mohammad Khalil Khan, al que todos conocían como Miguel, era el hombre que había fallecido en el accidente del martes en la calle Jovellanos, cuando se sintió indispuesto y su coche se estrelló contra una farola. Loli fue su inseparable compañera de los últimos años y tuvo que ser rescatada del coche por los bomberos. Resultó herida aunque ya tiene el alta. Se habían casado cuatro días antes en el juzgado. “Es la historia más triste que se pueda imaginar”, lloraba ayer otra vendedora desde su puesto del Fontán.
Él tenía 70 años y ella 66. Acababan de contraer matrimonio “con la misma o más” ilusión que cualquier pareja joven y aunque Miguel –nombre que adoptó cuando se trasladó a España– ya estaba retirado seguía colaborando de manera puntual con la florista. Loli Secades lamentaba hace unos meses en las páginas de este periódico lo mala que había sido para las ventas la campaña de Difuntos, la pandemia también les golpeaba.
Ella es todo un emblema del Fontán. Heredó el puesto de su madre, quien en los años cincuenta del siglo pasado empezó a vender en el corazón comercial de la capital asturiana todo cuanto podía. Secades cogió las riendas hace algo más de tres décadas. Desde entonces era una fija en la zona. Allí conoció a Khalil, con quien entabló una relación de amistad que prosperó con el paso de los años.
El martes pasado, a las 14.30 horas, todo se torció. Miguel, tesorero de la asociación de vendedores del mercado, pasó a recoger a Loli y a la prima de esta en la calle del Rosal, tras completar una jornada más de trabajo. Él empezó a sentirse mal y decidió emprender marcha hacia las Urgencias del HUCA. De repente se desvaneció y perdió el control de su BMW blanco a la altura del Hotel España en la céntrica calle Jovellanos. El vehículo se llevó por delante a otro coche y golpeó fuertemente una farola quedando la parte delantera derecha del turismo totalmente destrozada.
Loli quedó atrapada entre un amasijo de hierros y vio con impotencia cómo los sanitarios se llevaban a su marido a una sucursal bancaria para practicarle la reanimación. No lo consiguieron, pero ella sí fue rescatada por los bomberos y trasladada al hospital, donde ayer al mediodía recibía el alta solo afectada por diversos golpes en varias partes del cuerpo. “Está devastada”, explicaron sus allegados sobre una mujer habitualmente cargada de carácter pero superada esta vez por la dureza de la situación.
También perplejos con la fatal noticia se quedaron los miembros de la comunidad islámica en Oviedo. Khalil era un asiduo a la mezquita de La Florida, donde ayer abrieron pensaban en organizar algún tipo de ceremonia en su honor. “Si su familia lo desea estamos dispuestos”, indicó Farid Ait Idir, secretario de la comunidad islámica de Asturias, al mismo tiempo que desde el Fontán seguían llorando. “Era una persona muy querida y que jamás olvidaremos”, indicó Mónica Junquera, asesora legal del colectivo de vendedores del casco histórico ovetense..
De momento, los homenajes y actos de despedida aún tendrán que esperar. La familia todavía estaba pendiente en la tarde de ayer de la entrega del cuerpo, pues los exámenes llevados a cabo por los forenses para tratar de arrojar luz sobre el motivo de la indisposición y el posterior accidente se estaban alargando más de lo habitual.
