No hubo indultos esta Semana Santa para el Cautivo, pero sí mucha devoción y emoción. Se pudo comprobar ayer durante la ofrenda, que puso a los pies de la venerada imagen la pequeña cofrade Candela Menéndez López, que forma parte de la hermandad desde que nació siguiendo la tradición familiar.

Después de la misa tuvo lugar la lectura del Prendimiento. A continuación, Candela Menéndez, acompañada por el cofrade Enrique García, ofreció a Jesús Cautivo el capuchón y la medalla que portan los nazarenos de la hermandad, asentada en la basílica de San Juan el Real, heredera de la “Celeste, Real y Militar orden de Nuestra Señora de la Merced”, disuelta en los años sesenta. En 1952, miembros de la Delegación Nacional de Excautivos, personas que habían sufrido cautiverio en la Guerra Civil, constituyeron en Oviedo la Cofradía con sede en la parroquia de San Juan el Real. Pronto fueron conocidos popularmente en Oviedo como los “excautivos de San Juan”.

La hermandad realizaba su estación de Penitencia en la noche del Jueves Santo, dirigiéndose la comitiva procesional hasta la plaza de Porlier, donde se adelantaba el cumplimiento de la condena a un preso, que quedaba en libertad.