“La Virgen de la Estrella es el compendió de la belleza sevillana”. Los versos de Juan Sierra dedicados a la madre trianera sonaron ayer como un torbellino de emoción desbordada en la capilla de la Universidad de Oviedo, en boca del periodista y cofrade Miguel Ángel Moreno, encargado de pronunciar el IX pregón del Costalero de la Hermandad de los Estudiantes, repleto de barroquismo hispalense y fervor costalero, que de ambas cosas tiene mucho el pregonero, periodista y gran conocedor de la Semana Santa de su ciudad.

Miguel Ángel Moreno, el niño que a los 10 años se cruzaba Sevilla desde su casa, al este de la ciudad, hasta el Oeste, al otro lado del río, para llegar a Triana a ensayar con la cuadrilla de la Estrella, que sale el Domingo de Ramos, ofreció un discurso intenso y profundo en el que primó esa idea de igualdad, solidaridad y espíritu de ayuda que viven los costaleros, los “hombres de abajo”, debajo del paso, donde todo se ve del mismo color.

“Bajo las trabajaderas todos somos iguales, licenciados y albañiles; no hay nada más bonito que confiar en los demás y saber que no te van a fallar: Esas trabajaderas nos gustan y nos unen, son una lección de vida”, recalcó. El pregonero, interrumpido con aplausos varias veces, le prometió a su madre, cofrade de la Candelaria, que dejaría el costal cuando fuese coronada la Virgen de la Estrella. Lo que ocurrió en 1999. Incumplió su palabra y siguió unos años, hasta que se dio cuenta de que era hora de dejarlo. “Uno sabe cuándo llega el momento y cuándo debe irse”, resaltó. “Ser costalero es como ser torero o sacerdote, imprime carácter”, aseguró.

Con cada frase, el hermano mayor de los Estudiantes, Andrés Llavona, y el resto de los cofrades presentes en el acto, asentían a las palabras de Moreno, sobre todo, cuando contó su viaje de vacaciones a Oviedo en 2019 con su entonces novia y hoy esposa (se casaron el pasado sábado), y su encuentro “casual” con la titular mariana de la hermandad, la Virgen de la Esperanza, expuesta todo el año en una capilla lateral acristalada de la Iglesia de San Francisco de Asís. “Me encontré una Virgen sevillana en el centro de Oviedo y no me lo podía creer; a los pocos meses era invitado a dar este pregón”, relató Moreno, que tras haber trabajado en numerosos medios de comunicación de la ciudad del Guadalquivir, ahora tiene su propia empresa.

“En nuestra sociedad hoy no se conjuga el verbo comprometerse, porque así todo es más sencillo, a la gente le gusta vivir sin compromiso de ningún tipo, pero eso no va con los cristianos, que sí estamos para siempre comprometidos con la cruz, esa que tanto molesta a algunos, que no amenaza a la laicidad, sino que la respeta”, dijo Miguel Ángel Moreno. “En realidad, somos costaleros todos los días del año: cuando te traiciona y te deja solo quien creías que era tu amigo, o cuando la incomprensión nos hace caer en la desesperación; por eso más que nunca debemos reivindicar nuestra fe”, señaló. “La cruz no es tristeza, es amor y paz, misericordia, alegría y esperanza”, remarcó el pregonero, que habló custodiado por el estandarte de los Estudiantes (conocido como bacalao en el argot cofrade por su peculiar forma), y bajo el retrato de San Melchor de Quirós, el primer santo asturiano.

Fueron inevitables en la alocución las referencias a la situación actual y a la tristeza que embarga a los cofrades, que un año más ven cómo los pasos se quedan en los templos. “Sonó el carrillón, pero el espíritu está triste. Helado sigue el corazón tras un año largo y vacío. Otro año más miramos la ropa que no podremos llevar; no podremos vivir la emoción de ser los pies de Dios para caminar por las calles de Oviedo y subir por la Cuesta de La Vega, pero seguro que todo esto pasará y volveremos a sentirnos Iglesia al compás de las marchas”, dijo Miguel Ángel Moreno, que también realizó un paralelismo con los títulos de Oviedo: “Benemérita, invicta, heroica, muy noble y muy leal ciudad”, y los atribuyó a la Hermandad de los Estudiantes.

“Hermanos, sois muy nobles, leales, beneméritos, invictos y heroicos, porque habéis seguido adelante en los peores momentos, cuando vuestro proyecto ha sido incomprendido. Seguiréis haciendo ruido en las calles de Oviedo; además, sois muy buena gente”, indicó, utilizando la expresión que los sevillanos dedican a los amigos. “Estamos trabajando la chicotá más dura de nuestra vida. De nuevo el martillo sonará y todo volverá a ser como antes, porque la vida siempre vence a la muerte”, indicó. El pregonero agradeció haber sido recibido en el atril bajo los sones de la Marcha de la Estrella, la hermandad a la que pertenece por preferencia personal. Miguel Ángel Moreno explicó que los primeros costaleros datan del siglo XVI. “Eran hombres fuertes que trabajaban en tareas de carga y descarga en el río”, cuando el puerto de Sevilla era el centro del comercio con las Indias. “Nunca me ha gustado hablar de costaleros profesionales; ahora se pasó de cobrar por llevar los pasos a pagar por ello”, señaló. “Sacar los pasos con costal aquí no es costumbre pero se va ganando su sitio. Lo que no saben los que no lo entienden es el privilegio que se pierden”, concluyó. El acto, presentado por Manuel Álvarez Gutiérrez, culminó con una oración dirigida por Alberto Reigada, director espiritual de los Estudiantes. El concejal de Turismo, Alfredo García Quintana, que asistió por primera vez al pregón del Costalero, también felicitó a Miguel Ángel Moreno. “Me ha gustado mucho”, aseguró.