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Un monstruo terrible e hipnótico: así es la versión teatral de "La fiesta del chivo" que se verá en Oviedo

Juan Echanove protagoniza la obra, que se representará por primera vez en Asturias en junio en el Campoamor

Juan Echanove, sentado, rodeado del resto del reparto de “La fiesta del chivo”, en una imagen promocional.

“La fiesta del chivo”, de Mario Vargas Llosa, es una de esas obras literarias que han cargado, durante años, con la vitola de ser difícilmente adaptables a otros medios, debido a su complejidad. La fallida versión cinematográfica, dirigida por Luis Llosa y estrenada en 2006, acrecentó esa leyenda, pero la conjunción de un primera espada de nuestra escena, Juan Echanove, de uno de los grandes creadores de su generación, Carlos Saura, y de un escritor con inquietudes, Natalio Grueso, propició una sólida y exitosa versión teatral de la novela, que el público ovetense podrá disfrutar los días 5 y 6 de junio, en dos funciones que se representarán en el teatro Campoamor, dentro del ciclo de primavera patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA.

La adaptación de la novela de Vargas Llosa corrió a cargo de un viejo conocido del sector cultural asturiano: Natalio Grueso. El exdirector del Centro Niemeyer, que en los últimos años ha centrado sus intereses en el ámbito literario, pudo concretar la adaptación de la novela gracias a la colaboración de dos viejos conocidos. Grueso conoce desde hace años a Vargas Llosa y tuvo un contacto estrecho con él durante su etapa al frente de los teatros de Madrid (2012-2014), cuando se estrenaron dos obras de teatro del premio Nobel: “La Chunga”, con Aitana Sánchez-Gijón al frente del reparto, y “El loco de los balcones”, con José Sacristán.

Otro viejo conocido de Grueso sería el encargado de dirigir la adaptación: nada menos que Carlos Saura, uno de los cineastas clave del tardofranquismo y la transición, que acredita además una dilatada trayectoria como director de teatro. La amistad entre Grueso y Saura se prolonga desde hace más de dos décadas, y de hecho Grueso contó con una muestra de fotografía de Saura, “La luz”, para inaugurar el Niemeyer, hace ahora una década.

Entre Grueso y Saura fueron capaces de tejer sobre la escena la complejidad de las relaciones que conectan a los personajes de “La fiesta del chivo”. Al igual que en la novela, la versión teatral se fija en Urania Cabral (encarnada por Lucía Quintana), que regresa a la República Dominicana más de tres décadas después de que, siendo una adolescente, tuviese que abandonar el país. Son los últimos momentos del dictador Trujillo, una figura que ha marcado la trayectoria vital de Urania y a toda su familia.

Para cerrar el círculo de una exitosa adaptación, se precisaba de un animal de la escena para encarnar al dictador. Juan Echanove, un intérprete con más tablas que la Nao Victoria, encarna a un dictador grotesco y miserable, una interpretación que, a decir de la crítica, resulta hipnótica para el espectador.

“Es una historia tremenda de maltrato y humillación, y no solo hacia un personaje, hacia Urania, sino a todo el pueblo”, relataba Echanove al presentar la obra. Sobre la construcción del personaje, Echanove rehuye las medias tintas: “Trujillo se cree Dios. Con eso yo creo que se dice todo. Cuando una persona se cree Dios es ególatra, es soberbio, es muy voluble emocionalmente, es muy ciclotímico y a la vez es un personaje que tiene una doble o triple personalidad. Tiene una enfermedad de poder”. Un monstruo llamado a conquistar la escena del Campoamor el próximo junio. Las entradas para estas dos funciones, las primeras de la obra en Asturias, ya están a la venta, y no parece que vayan a durar mucho.

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