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La OSPA enseña todo su poderío

Nuno Coelho dirige con maestría a la orquesta asturiana en el doble reto de interpretar a Ligeti y Bruckner, con el público entregado

La OSPA, con Akiko Suwanai al violín solista, anoche, en el Auditorio. | Irma Collín

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) ofreció anoche, en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, una auténtica exhibición de su poderío sinfónico en una actuación compleja y arriesgada, en el que era el segundo concierto de su ciclo de Primavera, patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA.

En este empeño, la orquesta tenía dos cómplices de altura. Sobre el pódium, la OSPA contó con un viejo conocido, el portugués Nuno Coelho, que ha colaborado durante los últimos años con la orquesta del Principado, la más reciente hace poco más de un año. Pero además, la solista tampoco era ninguna desconocida. Akiko Suwanai ya había interpretado con la OSPA los conciertos para violín de Prokófiev, Chaikovski, Nielsen o Korngold, este último hace tan sólo un par de temporadas. En esta ocasión, el programa era todo un reto que, sin duda alguna debido a su atractivo y a las escasas veces que se programan estas obras, atrajo a un numeroso público al auditorio, ávido de buena música. Y las expectativas se cumplieron.

Debido a la compleja sonoridad del “Concierto para violín” de Gyorgy Ligeti, Nuno Coelho, micrófono en mano, se dirigió a los asistentes antes de emprender la interpretación para explicar algunas de las claves de esta pieza singular, haciendo incluso tocar a los músicos pasajes concretos. Una labor pedagógica que el público agradeció visiblemente.

Pero la ejecución fue esmerada, con una orquesta muy concentrada y bien ajustada, arropando a Suwanai en cada una de sus intervenciones, siempre correctas y que fueron premiadas por estruendosos aplausos de un público animoso que esperaba una propina que nunca llegaría.

Con una orquesta bien reforzada, Coelho afrontó la segunda parte del programa, dedicado exclusivamente a la “Sinfonía número seis en la mayor” de Anton Bruckner, “el Everest de las sinfonías” en palabras del director. Pero el reto no amedrentó al menudo director luso, que lideró a la nutrida orquesta asturiana con la firmeza de un general romano.

Haciendo uso de una dirección clara y enérgica, Coelho supo enfrentar los densos pasajes de Bruckner con una orquesta muy enchufada y equilibrada, cuidando con acierto el volumen en una interpretación bien perfilada y de notables resultados que concluyó, rozando las dos horas de duración, ante un público que ovacionó con ganas a su orquesta al término de la velada musical.

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