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Jon Juaristi | Escritor y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, mañana pronuncia una conferencia en la Cátedra Emilio Alarcos

“Los homenajes no favorecen en nada a los rectores destituidos o asesinados en la Guerra Civil”

“Solo los imperios discretamente autoritarios han conseguido controlar los odios interétnicos o religiosos”

Jon Juaristi. | Miki López

La Cátedra Emilio Alarcos Llorach reanuda mañana sus actividades, tras un paréntesis de seis meses por las restricciones del covid, con una conferencia del escritor Jon Juaristi, titulada “La cuestión de la lengua primitiva de España. De Juan de Valdés a Menéndez Pidal”. El acto tendrá lugar, mañana a las 20.00 horas, en el Aula Magna del edificio histórico de la Universidad, en la calle San Francisco, con aforo reducido. Actualmente Jon Juaristi (Bilbao, 1951) ejerce la docencia en la Universidad de Alcalá de Henares, ha sido director del Instituto Cervantes y de la Biblioteca Nacional, militó en ETA y en la extrema izquierda en los años 60 y 70, evolucionó hacia posturas progresistas, pasó por la socialdemocracia y, desvinculado por convicción de los partidos políticos, se presenta ahora como un conservador liberal. Fue uno de los impulsores del Foro de Ermua contra el terrorismo en el País Vasco.

–Cuando el castellano se convierte en español, ¿surge España?

–España es muy anterior a la relativa normalización renacentista de la lengua castellana por Nebrija. Alfonso X hablaba del “fecho de España” como una hazaña común de los reinos de Castilla, Navarra, Aragón y Portugal; es decir, de los reinos cristianos de la Península Ibérica. Menéndez Pidal, a su vez, decía que la España del Cid ya era una nación, aunque más nación en unas partes que en otras. Lo que parece claro es que los reinos islámicos de Al-Ándalus no eran España. Los musulmanes nunca se consideraron españoles. Por otra parte, la lengua española no es una lengua exclusiva de España. Yo no hablaría del español como lengua nacional, ni aquí ni en Nicaragua, porque el español es una lengua de civilización, no de naciones. Según la Constitución, es lengua del Estado, pero no se dice que sea lengua nacional. Creo que Gregorio Salvador acertó al distinguir la lengua española de las “lenguas de España”. En lo referente al español o lengua española, su denominación es políticamente neutra, y ni siquiera agota su significado en el hecho innegable de ser una de las lenguas de España.

–¿Hasta que punto es lícita la intervención política en las lenguas, en su normalización y su expansión?

–Todo poder ha intentado siempre manipular la lengua de la población que gobierna. No será lícito según una improbable ley moral con pretensiones de universalidad racional o religiosa, pero desde el punto de vista del gobernante, vaya que sí es lícito. Lo que Unamuno decía es que las intervenciones políticas en la vida de las lenguas suelen ser contraproducentes para las mismas y que nunca alcanzan los objetivos que se proponen.

–Abundan los libros y películas sobre Unamuno, ¿ha llegado el momento de revisar su pensamiento y su posicionamiento político?

–El pensamiento de Unamuno es archiconocido y no muy complicado. En la situación actual, yo distinguiría las aportaciones bien fundamentadas que puedan hacerse a su biografía de las especulaciones tendenciosas o simplemente estúpidas sobre alguno o algunos aspectos de aquella. A mí me interesa profundizar en su literatura, no perder el tiempo inventándole episodios biográficos más o menos folletinescos con vista a hacer películas.

–Se prepara un homenaje a los rectores depurados en la Guerra Civil, entre ellos el de Oviedo. ¿Es un acto de justicia?

–Puede ser, pero, a estas alturas, que no los paguen con mis impuestos. Los homenajes no favorecen en nada a los rectores destituidos o asesinados en la guerra civil, que han muerto todos, empezando por el pobre Salvador Vila, pero seguro que hay entre los organizadores más de uno que se lucra a su costa. Además, ¿por qué sólo a los rectores y no a los bedeles? ¿No fusilaron o pasearon a ninguno de ellos?

–¿La herida del terrorismo en el País Vasco, también en el resto de España, ha cicatrizado o se reabrirá en unos años, como ocurrió con la Transición?

–Ni idea. La violencia política suele desaparecer y reaparecer, apaciguarse durante una temporada y volver en un formato diferente. Véase lo que pasa hoy en el Ulster, por ejemplo. Creo que es difícil que comunidades étnicas, religiosas o políticas diferentes puedan convivir pacíficamente en épocas de individualismo galopante como la nuestra. Sólo los imperios discretamente autoritarios han conseguido controlar los odios interétnicos o religiosos de sus gentes. Su destrucción ha ido siempre seguida de masacres entre vecinos de diferentes costumbres y trajes regionales.

–Alarcos, ¿su contribución a la lengua sigue vigente?

–Emilio Alarcos fue un gran lingüista, además de un finísimo crítico de la poesía castellana y española, que para la gente de mi generación resultó fundamental en nuestro acercamiento tanto a la lingüística estructural aplicada al español como al mester de clerecía, a la poesía del Siglo de Oro o a la contemporánea. Para mí su pensamiento sobre estos y otros asuntos está más vivo que las teorías de Chomsky.

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