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Gambito de damitas: la popularidad de una serie televisiva dispara el interés por el ajedrez en Ciudad Naranco

Cada vez son más las chicas que lo practican en el club del barrio, inspirándose en la protagonista de la ficción

El confinamiento y la serie “Gambito de dama” han vuelto a poner de moda el Ajedrez: “De repente hasta molamos”

El confinamiento y la serie “Gambito de dama” han vuelto a poner de moda el Ajedrez: “De repente hasta molamos” Elena Vélez

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El confinamiento y la serie “Gambito de dama” han vuelto a poner de moda el Ajedrez: “De repente hasta molamos” Félix Vallina

Hace tiempo que el ajedrez dejó de sonar a ruso en Oviedo, pero la pasión por el tablero ha crecido a un ritmo tan vertiginoso que incluso está poniendo en jaque a otros deportes tradicionalmente más arraigados en la ciudad. Los niños ya no sólo quieren jugar al fútbol, ser karatekas o entrar por el aro del baloncesto. Muchos sueñan con llegar a ser como Magnus Carlsen –el gran maestro noruego actualmente campeón del mundo– y se han dado cuenta de que el ajedrez no es una disciplina exclusiva para cerebritos. El ejemplo de este crecimiento exponencial se ha hecho visible en Ciudad Naranco, donde hace tres semanas abrió sus puertas el centro de tecnificación del club ajedrecístico que lleva el nombre del barrio, una entidad con 27 años de historia que abandona el centro social y estrena sede propia. Los responsables del club ya cuentan en sus filas con unos cien niños entre jugadores presenciales y los entrenamientos online. “De repente, el ajedrez mola. Ya no es un deporte para frikis como lo era cuando nosotros empezamos”, explica en tono de humor Alberto Llaneza, el director técnico del Club de Ajedrez Ciudad Naranco.

Alberto Llaneza, el director técnico del club. | Irma Collín

El tirón del ajedrez en Oviedo es aún mayor desde que comenzó la pandemia, ya que muchos padres tuvieron tiempo de sobra para enseñar a sus hijos a mover las piezas y también porque se trata de un deporte que puede practicarse online sin arriesgarse al contagio. No obstante, el impulso definitivo llegó tras el estreno de la serie de Netflix “Gambito de dama”, la historia de una joven brillante que desafía todos los estándares de la sociedad venciendo a los mejores jugadores de ajedrez del momento. El éxito de la serie disparó la venta de tableros en todo el mundo e hizo que las niñas se animasen a practicar esta actividad. “Evidentemente ha tenido mucha importancia y un efecto llamada. Hace sólo unos años había una niña por cada veinte niños y ahora cada vez hay más jugadoras. Antes de la emisión de la serie teníamos sólo cuatro niñas en el club y ahora hay quince”, señala Víctor Llaneza, otro de los profesores.

Dos de esas nuevas jugadoras son Laia Ron y Lucía Ríos, que tienen ocho años y están en el grupo de iniciación, donde han hecho amigas como Daniela Llamazares, Noa González o Mamed Cámara. “Me lo paso muy bien jugando y se me pasa el tiempo muy rápido. Creo que voy a seguir muchos años”, asegura la pequeña Mamed. Nadia y Salma Zanabili también han empezado hace poco, aunque son hijas de todo un veterano del club de Ciudad Naranco. Su padre, Amer Zanabili, que es cirujano vascular en el HUCA, fue en su día unos de los primeros niños del club, allá por el año 1994. “El ajedrez ayuda mucho en todos los sentidos. Mis compañeros dicen que yo tengo mucha rapidez a la hora de tomar decisiones rápidas y acertadas durante operaciones que exigen esas virtudes. Creo que eso me lo enseñó el ajedrez porque es un deporte en el que hay que poner en una balanza los riesgos y los beneficios”, explica este médico de origen sirio, que va aún más allá. “Podría decir que el ajedrez me ha ayudado a salvar vidas sin equivocarme”, asegura. Paula Martínez, que tiene 15 años recién cumplidos y ha sido tres veces seguidas campeona de Asturias, también es miembro del club. “Es verdad que ‘Gambito de dama’ ha iniciado a muchas mujeres en el ajedrez, pero aún tenemos que ser más”, reivindica.

Es cierto que en el club de Ciudad Naranco hay un alto porcentaje de niños con altas capacidades, pero ese no es el único perfil. “Antes los jugadores venían con la mente puesta en competir y queriendo hacerse grandes campeones, pero ahora se trata de una actividad más que los niños compatibilizan con otros deportes físicos. Es raro el colegio de Oviedo en el que no impartan clases de ajedrez. Se trata de una disciplina que cada vez se incluye más en los currículos”, dice Alberto Llaneza. “Nosotros, además del club, damos clase a personas mayores para que ejerciten su mente, a menores tutelados, en empresas... Estamos en 33 centros de la ciudad”, añade.

Los responsables del club aseguran que el ajedrez también es una profesión con mucha salida y que no hace falta ser un gran jugador para vivir de ella. “Nosotros todos los años tenemos que rascar para encontrar monitores y no nos resulta nada fácil. Y lo mismo ocurre en los colegios y en otros centros. Una persona formada en magisterio que tenga conocimientos sobre ajedrez, por ejemplo, puede servir perfectamente para enseñar a niños o para trabajar con personas mayores”, dice Víctor Llaneza. Además, las empresas tienen en cuenta a los jugadores de ajedrez a la hora de hacer selección de personal. “No es que te vayan a dar un trabajo sólo por eso, pero está bien visto y es un punto a favor. Ocurre hace tiempo fuera de España y aquí cada vez pasa más”, añade.

Los vecinos de Ciudad Naranco, además, aseguran que el trasiego que genera el club de ajedrez, situado en la calle Montes del Sueve, le ha dado “vidilla” a una zona barrio “bastante apagada”.

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