Lejos de su papel habitual de clown, Adrián Conde desplegó ayer una atmósfera mágica en el Filarmónica, de ilusión y emoción, con el estreno en Oviedo de su obra “Recuerdos”.
El espectáculo, delicado y lleno de encanto, hizo reflexionar al público sobre el paso del tiempo, los recuerdos y las ilusiones. Conde logra en este montaje una atmósfera mágica, muy sugerente y evocadora, que cautiva a a todo tipo de públicos y edades.
El aforo, a pesar de las restricciones por el covid, fue bastante bueno y el actor fue despedido con aplauso por su gran trabajo, en un registro que no es el habitual suyo.
En la obra, Marcelino se ha convertido en un experto coleccionista de recuerdos, son sus tesoros más preciados, que guarda, ordena, clasifica, cuida, protege… Rememora una y otra vez cada uno de aquellos buenos momentos, aquellos instantes de alegría, de risa y felicidad. Eso le ha convertido en un personaje singular, extravagante, tierno y huraño a la vez al que el espectador descubre con esta obra que hace reír, mientras su fragilidad emociona.