El Juzgado de primera instancia número 1 de Oviedo ha condenado a una clínica dental situada en la calle Uría a indemnizar a una ovetense de 30 años que recibió un tratamiento de ortodoncia y en vez de solucionar su problema acabó con un diagnóstico aún peor. El fallo, contra el que cabe recurso de apelación, obliga a la empresa a pagar 31.050 euros más los intereses para devolverle a la mujer todo el dinero que se gastó a lo largo del proceso de recuperación de su dentadura y por los perjuicios que le causó la “mala praxis” de la clínica demandada.

El “calvario” de esta mujer ovetense comenzó en octubre del año 2016. Acudió a la clínica Dentoestetic Centro de Salud y Estética Dental –del grupo Dentix– porque tenía un problema conocido como mordida abierta, que, a grandes rasgos, es una alteración facial que se define por la imposibilidad de cerrar los dientes frontales o posteriores. “Además de ser una faena desde el punto de vista estético, en su día a día tenía bastantes molestias”, explica Isabel Gradilla, la letrada que se encargó del caso, del despacho de Viliulfo Díaz y Javier Díaz Dapena. Según la versión de la abogada, a su cliente ni siquiera le hicieron un diagnóstico cefalométrico antes de decirle que tenía que empezar con un tratamiento de ortodoncia. “Le hicieron presupuesto, un contrato de financiación y le pusieron los brackets (piezas fijas de ortodoncia que se colocan en cada diente)”, afirma Gradilla.

La letrada asegura, conforme a los informes periciales, que esos brackets se colocaron de forma errónea y que eso acabó por agravar el problema de la mujer. “Los inferiores estaban muy pegados a la encía. Además, el trato que recibió no fue para nada profesional. Tardaban mucho en darle cita para las consultas, y cada vez que iba tenía que esperar dos horas. Además, durante todo el tiempo que estuvo con ellos, que fue casi un año, le atendieron hasta tres ortodoncistas diferentes. No seguían su caso”, explica Isabel Gradilla.

En octubre del 2017, una ortodoncista de la clínica le dijo que los brackets estaban mal puestos y se ofreció a cambiárselos, pero también le dijo que iba a abandonar la clínica próximamente, como ella misma testificó en el juicio. Eso fue la gota que colmó el vaso. La afectada decidió entonces marcharse y acudió a la perito odontológica Leire Sánchez, quien, además de asesorarla y ponerla en manos de otra clínica de Oviedo para solucionar su problema, también levantó una pericial para llevarla después a los Juzgados.

El tratamiento de la mujer tuvo que empezar de nuevo tras un año y tiene una duración de 29 meses si no hay alteraciones.