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En avión a Fitoria: los primeros viajes del autobús de hidrógeno

El nuevo bus, grande, silencioso y “con reprís”, se estrena en la línea B para sorpresa de clientes y peatones

Así funciona en Oviedo el primer bus de hidrógeno cero emisiones: "Es como ir a Fitoria en avión", dicen los viajeros

Así funciona en Oviedo el primer bus de hidrógeno cero emisiones: "Es como ir a Fitoria en avión", dicen los viajeros VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

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Así funciona en Oviedo el primer bus de hidrógeno cero emisiones: "Es como ir a Fitoria en avión", dicen los viajeros Chus Neira

José Luis Suárez condujo un alsa por primera vez en la Expo de Sevilla, en enero de 1992. Después estrenó buses híbridos, con alcoholímetro, nuevas carrocerías y, ahora, el de hidrógeno, un vehículo de Caetano emisiones cero que durante tres meses TUA mantendrá operativo por Oviedo.

–¿Ye eléctrico?

–De hidrógeno.

El “silencioso” no deja indiferentes a los usuarios. El viernes José Luis Suárez lo sacó por primera vez. El fin de semana estuvieron haciéndole ajustes y ayer comenzó a funcionar de seguido en la línea B, la que va de Olivares a Fitoria pasando por la calle Uría. En la parada los clientes se despistan, se admiran y exclaman: “¡Vaya coche que traes hoy!”.

Arriba, José Luis Suárez, al volante del autobús de hidrógeno; sobre estas líneas, la viajera Josefina Llamazares, durante un trayecto. | Irma Collín

Josefina Llamazares lleva treinta y pico años utilizando la línea. Cuando el bus pasaba cada hora, cuando cada tres cuartos y ahora que de treinta en treinta minutos hay uno. “Es como un taxi”. El de hidrógeno, confirma junto al resto de clientes, es “una maravilla”. Porque es nuevo y espacioso (en realidad se trata de un interurbano que sufriría modificaciones de aforo si se incorporara de manera definitiva). El silencio, insiste su conductor, es mucho mayor que el de los híbridos. Y contra lo que pudiera parecer no solo tira tanto como un diésel, sino que, incluso, “si lo apuras tiene más reprís”. Claro que la potencia de la pila de hidrógeno y el motor Toyota eléctrico es casi una suposición, porque en ningún caso pueden superar los 30 kilómetros por hora. Pero la sensación de confort no se la quita nadie a los vecinos. Un propio, camino del Naranco, se acomoda en el asiento, siente ese rodar cómodo y sin ruido –también sin más emisiones que un poco de vapor de agua– y suelta: “¡Mira que subir en avión a Fitoria, quién me lo iba a decir!”.

El “silencioso” de la línea B tampoco pasa desapercibido para los peatones. Una vecina de la zona rural tira de móvil bajo el quicio de la puerta de entrada para sacarle foto al bicho. Como su color y sus dimensiones son distintos, llama la atención. Además de los vinilos que anuncian toda la sostenibilidad del hidrógeno verde y donde figuran los nombres de los socios que algún día producirán el combustible (Hunosa, Duro y Nortegas; ahora mismo surte Carburos Metálicos) hay también unos cuarenta centímetros más de techo.

En esa parte superior es donde se alojan los depósitos para el hidrógeno, y obligará a recortar algunas ramas en la zona rural para evitar problemas. En la parte delantera se encuentra la pila, y en la de atrás, un motor que recuerda al de una lavadora.

Más allá de la tecnología verde que logra mover el autobús con un hidrógeno obtenido, teóricamente, sin combustión alguna de materiales fósiles, el autobús del fabricante Caetano incorpora algunos extras tecnológicos que José Luis Suárez disfruta para su seguridad: es el primero de este tipo que no lleva ningún retrovisor de espejo. En su lugar, la cabina del conductor está rodeada por tres pantallas de diferente formato que le muestran en tiempo real lo que pasa delante, detrás, a un lado y a otro del vehículo, alternándose las cámaras según el sentido de la marcha y los intermitentes que se activen. Una visión más, maravilla tecnológica, permite ver el autobús a vista de pájaro, perspectiva cenital con lujo de detalles que suministra un satélite que sigue todos los movimientos del bus de José Luis Suárez por las calles de Oviedo. Una barbaridad.

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