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Un jabalí ataca a una perra en la pista finlandesa de Oviedo: “No volveremos jamás a pasar por allí"

“Noa”, una border collie de cinco años, se recupera de graves heridas en la barriga por la embestida de un suido cuando olisqueaba entre setos

"Noa", la perrita que sobrevivió al ataque de un jabalí en la Pista Finlandesa

"Noa", la perrita que sobrevivió al ataque de un jabalí en la Pista Finlandesa Elena Vélez

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"Noa", la perrita que sobrevivió al ataque de un jabalí en la Pista Finlandesa Lucas Blanco

“No volveremos jamás a pasear por ahí, tenemos miedo”. Carolina Álvarez lo tiene claro. “Noa”, su border collie cruzada de cinco años de edad, no volverá a pisar la pista finlandesa. Ella tampoco. El motivo es un suceso tan inesperado como traumático, a raíz del que su mascota es sometida día sí y día también a complejas curas. La perra paseaba tranquilamente junto a un seto situado a la altura de la fuente de la popular ruta ovetense cuando, de repente, un jabalí la embistió clavándole los colmillos y provocándole graves heridas en la barriga. Por suerte, el animal no sufrió daños orgánicos ni musculares, pero precisa de atención veterinaria constante. Muchos vecinos de la zona manifiestan gran preocupación desde el suceso y exigen más control de la población de jabalíes, cada vez más habituales por allí. No quieren más sustos.

Hacía buen día y Carolina veía a “Noa” con ganas de jugar. Fue el pasado domingo cuando la dueña de la perra optó por salir a dar un paseo a la pista finlandesa, un lugar idóneo para ambas, pues las amplias zonas verdes y la ruta senderista facilita especialmente la convivencia entre perros humanos. Las dos caminaron durante diez minutos. De repente hicieron parada para tomar un poco de aire junto a la fuente. “Noa” se separó un poco de su dueña, empezó a oler y se adentró en unos matorrales. En ese instante, se encendieron las alarmas. “Escuché un gruñido, ya supuse que era un jabalí y escuché a la perra llorar”, relata la propietaria.

Álvarez corrió entonces a auxiliar al can. Esta apareció de entre el matorral y el jabalí salió por patas. “Fue todo rapidísimo y no llegué ni a verlo. Solo pude escuchar los ruidos que hacía”, explica. La mujer echó la mano al cuello de la perra. No apreció herida alguna, pero inmediatamente la metió en la fuente para lavarla. Siguió palpándola por la barriga y al retirar la mano vio cómo la tenía llena de sangre. “Estaba abierta por el vientre, pero por suerte no llegó a sacarle las tripas”, relata todavía conmocionada a LA NUEVA ESPAÑA.

Ambas fueron inmediatamente a la residencia familiar, en Ciudad Naranco. El novio de Carolina, Noel Álvarez, las acompañó de urgencia al veterinario y allí pudieron diagnosticar la gravedad de las heridas. “Tiene varias marcas de los colmillos del jabalí”, señalan. Son unas lesiones por las que “Noa” está obligada desde hace cinco días a llevar un molesto vendaje, así como una prenda de protección. “Tenemos que conseguir que no se rasque para facilitar la cura de las heridas”, comentan sobre un tratamiento que incluye la administración de antibióticos y otros fármacos para acelerar la recuperación.

Control de población

La narración de los hechos corrió como la pólvora entre un vecindario que ya tenía la mosca detrás de la oreja. Desde hace unos meses, el personal del instituto Monte Naranco, muy cerca del lugar del ataque, dice ver con mucha frecuencia a varios grupos de jabalíes con crías. Sin embargo, nadie recordaba un ataque de este tipo. “Hasta ahora no éramos conscientes de que podía ser un problema de seguridad”, explican fuentes vecinales en relación a un problema que ha sido denunciado públicamente por la plataforma Activa Ciudad Naranco. “No soy partidaria de una caza indiscriminada, pero sí de poner en marcha controles sobre la población de esta especie”, indica Carolina mientras sujeta a “Noa” por la correa. “No es la misma desde el ataque”, lamenta.

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