Setenta kilómetros. Esa es la distancia que completaron ayer los 96 valientes inscritos en la primera edición del Reto Camino de San Salvador 24/120, una prueba con vocación de continuidad que invita a los corredores a completar, en un solo día, la ruta que une las catedrales de León y Oviedo: el milenario Camino de San Salvador.

A la carrera por San Salvador

En esta primera edición, los 120 kilómetros entre las dos catedrales se vieron reducidos a los setenta que hay entre la estación invernal de Valgrande-Pajares debido a las restricciones sanitarias por la pandemia de covid, que impiden realizar una carrera de este tipo entre dos autonomías. Con todo, el reto era mayúsculo: casi dos maratones, con el handicap adicional de que parte de la carrera discurría por caminos de montaña, y otra parte por carretera. Un desafío que los corredores completaron en el horario previsto, llegando a la plaza de la Catedral apenas cinco minutos después de las siete de la tarde.

Ese cambio fue una de las cosas más duras para los participantes. “Pasar de la montaña a la carretera cuesta mucho, esos nueve kilómetros sobre asfalto se hacen muy duros”, señalaba el ovetense Juan Luis Fernández, que en cualquier caso situaba la subida a El Padrón como el hito más duro de una carrera que asegura que es inolvidable para todos los que la hacen: “Es algo que podré recordar cuando sea viejo”.

Aparte de los corredores asturianos, en la carrera participaron muchos venidos de fuera: portugueses, canarios, navarros y hasta una compañía de soldados llegada de Burgos. “Es una carrera muy bonita, sobre todo en sus tramos de montaña. El amanecer en Peña Ubiña fue espectacular”, aseguraba la segoviana Esther Guijo. Ella, como muchos otros, confía en volver en próximas ediciones.