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Oviedo expondrá las camisetas de fútbol de Ramiro, el peluquero de la Selección

El psicoesteta acepta la propuesta de Canteli para mostrar sus tesoros futbolísticos en un espacio de la ciudad relacionado con el deporte

Por la izquierda, Pablo Junceda, Ramiro Fernández y Alfredo Canteli, en la plaza de Trascorrales de Oviedo, durantela presentación del libro del psicoesteta, el pasado miércoles.

Ramiro Fernández era mucho más que el “peluquero de La Roja”. Durante 28 años ha sido amigo, compañero leal y hasta confidente de los futbolistas de la Selección Española de Fútbol. Durante todos esos años, sin él pedirlo, los jugadores de distintas generaciones de la selección le han ido regalando diversos obsequios: balones firmados, réplicas de sus trofeos, muestras de sus cabellos y muchas, muchas camisetas. Ramiro Fernández tiene alrededor de 200 camisetas firmadas de jugadores de primer nivel. Una imponente colección que el psicoesteta –recogiendo el guante lanzado por el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli– está dispuesto a ceder para que se pueda exponer en la ciudad.

“Me pilló por sorpresa, fue una propuesta que el alcalde me hizo a bote pronto”, señala el peluquero, en conversación con LA NUEVA ESPAÑA. Y como buen aficionado al fútbol, cuando el balón le llega a bote pronto, Ramiro la pone en la escuadra de un derechazo: “Claro que estoy dispuesto a ceder mi colección para que se pueda exponer y para que la gente pueda disfrutar de ella, está mejor a la vista de todo el mundo que en un almacén”.

Ramiro Fernández precisa que, de momento, la propuesta no pasa de ser un deseo compartido entre él y el regidor. “Tenemos que sentarnos y hablar”, señala. Pero deja claro que la sintonía con Canteli es total: “La propuesta del alcalde de Oviedo me encanta”, asegura.

Entre su colección, destacan las camisetas, alrededor de 200. Ramiro Fernández tiene especial cariño por tres: la que le regaló Cristóbal, carismático lateral derecho del Real Oviedo, cuando debutó (“Fue la primera de todas”, recuerda Ramiro); la que le entregó Bango tras marcar un doblete en un partido en El Molinón (“Había fallecido mi madre dos días antes, fue algo emocionante”); y una de Iván Campo, con una cariñosa dedicatoria (“Me puso: ‘Para mi amigo Ramiro, el peluquero, ¡Y yo con estos pelos!’”). También unos guantes de Íker Casillas, varios balones firmados, muestras de cabello de los 23 jugadores que ganaron el Mundial de Sudáfrica y hasta una de las célebres vuvuzelas del país (“No sé tocarla, no le pillo el truco”). Un tesoro de colección.

Una parte importante de nuestra historia

Alfredo Canteli


El miércoles pasado asistí a la presentación del libro “De los pies a la cabeza: mis vivencias con el fútbol y la Roja”, del que es autor mi entrañable amigo Ramiro Fernández. El acto fue, como todos los que protagoniza este peluquero, un ejemplo de buen hacer, de protocolo cuidado y, lo que es más importante, de un auditorio que representa fielmente a la sociedad asturiana en todos sus niveles. Seguro que a él le gustaría más que le llamara psicoesteta, pero a mí me maravilla, cada vez que le veo, la fuerza interior que le llevó de San Miguel de Nembra, evitando el obligado horizonte de minería de su generación, a convertirse en un PELUQUERO, así con mayúsculas, de dimensión internacional. Ramiro es un hombre del pueblo; un hombre como la inmensa mayoría, que hemos vivido toda una vida trabajando día a día, con riesgos y mucho esfuerzo, soñando, sufriendo, alimentado esperanzas y disfrutando de los momentos –en su caso, por fortuna para él, muchos– que la vida nos regala cuando salimos de nuestro área de confort. Es uno de los nuestros. De todos nosotros. Y cuando vive sus merecidos momentos de gloria nos hace disfrutar con él porque su éxito está construido con mucho trabajo, con mucha pasión, con imaginación y con la humildad y serenidad de quien no necesita confrontar con nadie para ser feliz. En la presentación del libro, Pablo Junceda, director General del Banco Sabadell Herrero, hizo de introductor con unas palabras llenas de cariño y de ingenio, para destacar la dimensión personal, profesional y pública –porque, como psicoesteta de la selección española durante casi tres décadas, indudablemente, la tiene– de Ramiro y nos sitúo a todos los presentes –desde el vicepresidente del Gobierno de Asturias, Juan Cofiño, o el presidente de la Cámara de Comercio, José Manuel Ferreira, hasta a sus más directos colaboradores– ante la realidad de un personaje que supera con creces el espacio que ocupa un gran profesional en cualquier faceta de nuestro universo regional. Como amigo, y como alcalde, me limité a acompañar a Ramiro en un acto en el que él merecía todo el protagonismo, no sólo por ser el autor de un gran libro autobiográfico, sino también por ser el autor de una vida intensa, fructífera y plena, que demuestra que no hay límites cuando se tiene ilusiones, ganas, ideas, convicciones y determinación para alcanzar los sueños. Pero ahora, con un poco más de distancia, a salvo de la evidente emoción de ese acto, creo que, como amigo y como alcalde, tengo que pasar de las musas al teatro. Y me explico: Ramiro sabe que le admiro y le quiero sinceramente; sabe que para mí, Oviedo es lo primero; y yo sé que para él, un allerano con espíritu ovetense, también... y sus vivencias con la Roja son una historia –nuestra propia historia– que nos permite a los ovetenses y asturianos vivirla en primera línea. Conclusión: esas vivencias tienen que tener una presencia permanente en Oviedo. Por eso voy a proponerle a Ramiro que ceda todo el material de sus treinta años con la Roja a su ciudad (de adopción), a Oviedo, para que pueda ser expuesto en las instalaciones deportivas de todos los ovetenses. La historia de Ramiro con la selección española es la historia de todos los españoles que amamos el fútbol. Cada camiseta que atesora Ramiro, cada uno de sus recuerdos como peluquero de la selección, es un pedazo de nuestras propias vivencias, de nuestros sufrimientos como aficionados y de nuestras alegrías, que alcanzaron la gloria con el gol de Iniesta que puso una estrella en todos nuestros corazones. Estoy seguro de que Ramiro aceptará el envite. Es un ovetense de pasión y no creo que pueda desear mejor marco para acoger las evidencias del éxito de su vida profesional y personal que las instalaciones que exaltan los valores del deporte en la ciudad que le admira, le quiere y le disfruta.

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