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Carmona rompe las cadenas del flamenco

El bailaor se gana al Campoamor con “El salto”, una función que cuestiona los cánones del baile y los tópicos masculinos

Jesús Carmona sale al escenario del Campoamor caminando entre los bailarines de su compañía. | Bernabé Valle

Hay una imagen, hacia el final de la representación de “El salto”, el espectáculo flamenco que clausuró ayer el Festival de Danza de Oviedo en el Campoamor, que sintetiza la ruptura de los cánones del género y de los estereotipos sobre la masculinidad que Jesús Carmona ha querido poner sobre las tablas: tras una catarsis de llantos y gritos, Carmona, el protagonista de la función, se desprende de sus cadenas. Después de haber explorado con su danza los tópicos sobre la hombría, él y sus músicos se desnudan y se muestran en escena tal como son. Así, con una apoteosis más electrónica que flamenca acaba “El salto”.

El público del Campoamor disfrutó y agradeció con largos aplausos y algún que otro “olé” a lo largo de la función la originalidad de la propuesta de Carmona, su talento, el de sus bailarines y el de los músicos que los acompañan en escena. José Valencia, el cantaor, es una pieza central de la representación y de la puesta en escena.

La compañía de Carmona tiene un doble motivo para guardar buen recuerdo de este primer paso por el Campoamor. Primero, por el éxito recogido y segundo, porque salió a escena justo tras recibir la noticia de que “El salto” ha sido nominado en dos categorías a la próxima edición de los premios “Max” de artes escénicas, como mejor espectáculo de danza y al mejor intérprete de danza, para el propio Jesús Carmona.

El patio de butacas y los palcos del Campoamor, ayer. | Bernabé Valle

El inicio del espectáculo, con los bailarines haciendo girar sus faldas de color rosa como derviches y quitándoselas al cabo de unos minutos para voltearlas como capotes de torero, fue toda una declaración de intenciones. Avanzó lo que iba a llegar a continuación y que se desplegó durante la hora y 40 minutos que duró la función.

Lo que “El salto” llevó ayer al Campoamor era algo más que danza. Era un espectáculo que echaba mano de todas las artes: del teatro, de la performance, del cine, de la pintura, que une la tradición y lo contemporáneo, y que cuando parecía que dejaba atrás el flamenco, se reconducía y volvía a ese camino, dando la ocasión a Carmona de demostrar al público ovetense el porqué de su Premio Nacional de Danza del año pasado.

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