Dos de las instituciones musicales más queridas por los ovetenses confluyeron en el concierto de anoche. Por un lado, la organizadora y centenaria Sociedad Filarmónica. Por otro, la orquesta Oviedo Filarmonía. Ambas son referencias musicales de la capital del Principado y se dieron cita para la clausura de la temporada 2020/2021 de la Sociedad Filarmónica. Sin duda este hecho motivó una gran entrada en el teatro.

Para la ocasión, se ofreció un programa variado formado por la “Antiche danze ed arie per liuto, suite n° 3”, de Respighi, la “Serenata op. 44 en re menor”, de Dvorák y la “Sinfonía n° 40 K550 en sol menor” de Mozart, con las que la OFIL evidenció la versatilidad y su compromiso con las noemas sanitarias al presentar unas plantillas algo reducidas: cuerdas en la primera obra, vientos en la segunda y una sinfonía mozartiana (en su primera versión) sin clarinetes ni trompetas. Al frente de la agrupación ovetense, el director donostiarra Arkaitz Mendoza, de gesto enérgico y efectivo, que logró extraer un color atractivo a cada una de las secciones.