La batería de nichos situada al lado del bloque que se desplomó el pasado viernes en el cementerio de Limanes –la estructura que se vino abajo albergaba alrededor de cuarenta sepulturas– ya ha sido apuntalada y se ha arreglado el tejado, pues ese bloque también amenazaba con caerse. Según explicó hace días el párroco de la localidad, Juan Hevia, la actuación es el paso previo al inicio del desescombro, unas labores que no van a resultar fáciles teniendo en cuenta la situación. “Van a tener que quitar piedra por piedra porque debajo de ese montón de escombros hay féretros y lo más seguro es que algunos de los restos de los difuntos se hayan esparcido por culpa del derrumbe”, explica Eva Sánchez, que es la presidenta de la asociación de vecinos de Limanes y también de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Oviedo (FAVO). De hecho, las familias afectadas por el desplome de la batería de nichos exigen pruebas de ADN para identificar cada uno de los restos de los difuntos que hayan podido quedar “enterrados bajo los escombros” a raíz del suceso. El bloque que se vino abajo –que tenía cinco alturas y albergaba unos cuarenta nichos– dejó al descubierto varios féretros y sepultó otros tantos.