La retirada de los escombros de la batería de nichos que se vino abajo hace una semana en el cementerio de Santa María de Limanes –el desplome afectó a un bloque de unas cuarenta tumbas– se llevará a cabo “piedra por piedra” y con “sumo cuidado” para tratar de preservar todos y cada uno de los restos humanos que hayan podido quedar enterrados bajo las piedras. “Estamos en contacto con contratistas, pero no se trata de una obra al uso. Es evidente que no se puede meter una pala y hacer las cosas como se harían en otras circunstancias”, explica el párroco de la localidad, Juan Hevia, que está en contacto directo con las familias afectadas y está llevando todo el peso de los trámites.

Encontrar una empresa que se encargue de las labores no está resultando nada fácil. Por un lado, “es el principal problema que tenemos porque la mayoría de ellas tienen un montón de trabajo acumulado y no pueden atendernos”, dice Juan Hevia. Por otro, “durante el desescombro tendrán que trabajar coordinados los obreros con los empleados de la funeraria para que los restos se preserven correctamente”, añade Hevia.

Durante esta semana de duro trabajo, el párroco de Limanes ha logrado localizar a la mayoría de las familias afectadas por el desplome. “Había nichos que aún estaban sin actualizar y a nombre de antepasados, pero ya están casi todos. La semana que viene tendremos una reunión con las familias para que sepan como avanzan las cosas”.